¿Qué universidad necesitamos?

“Un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado”. José MartíComo es

“Un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado”. José Martí

Como es de todos sabido, nuestra Universidad de Costa Rica, vive en estos momentos un proceso democrático, de cara a la elección del nuevo Rector.

En estas circunstancias, he considerado pertinente, externar un conjunto de criterios sobre diversos tópicos de nuestra vida universitaria, los cuales creo, deben ser tomados en consideración, por quien la comunidad universitaria elija como nuevo Rector.

Considero para empezar, que todos y todas, debemos felicitarnos por tener una casa de enseñanza superior, de muy alto nivel científico, tecnológico y humanista, en donde de acuerdo con la evaluación mundial hecha a veinte mil universidades, la Universidad de Costa Rica, se ubica en el puesto 402, sitio de excelencia, y por ende, de privilegio.

No obstante lo anterior, soy del criterio que debemos tener una actitud vigilante, de manera constante para mantener ese nivel, y si se quiere aún mejorarlos, vale decir, como reza el refrán popular “no podemos quedarnos sentados en nuestros guacales”, y, tampoco permitir “que el árbol, nos impida ver el bosque”, ello porque todavía hay una serie de aspectos medulares, a los cuales hay que ponerles mucha atención y estudiar cómo resolverlos.

En el aspecto docente, hay que trabajar arduamente para que la calidad de los y las educadores (as), sea de muy alto nivel académico, sea todavía más rigurosa en la evaluación del docente, no esperar que el profesor pida la evaluación para ascender en Régimen Académico, sino establecer constantemente por áreas académicas evaluaciones, los cuales nos indiquen cómo está la calidad del sector docente.

Otra tarea es revisar, y si se quiere, hacer un nuevo Reglamento de Régimen Académico, pues el actual está caduco en una serie de aspectos, lo cual va en perjuicio directo de los docentes, y además confeccionarlo de acuerdo con las nuevas condiciones del desarrollo académico de este siglo XXI.

No se puede pasar inadvertido, en esto del aspecto docente, el eterno problema del interinazgo; si bien soy consciente que se ha trabajado en ello, todavía es preciso profundizar más, para lograr mayores índices de desinterinización y lograr mejor calidad de vida para este sector académico.

Insisto, esto del problema del interinazgo docente, no es un asunto coyuntural, no, es un problema estructural.

Debo apuntar, que me preocupa mucho el Acuerdo del Consejo Universitario de la sesión # 5609 y ratificado en la sesión # 5612, ordinaria del martes 28 de febrero 2012, el cual reza textualmente: “Punto 4. Trasladar el tema sobre el interinazgo docente a la Comisión de Política Académica con los insumos que ya recibió la Comisión de Administración y Presupuesto para que presente al Consejo Universitario una propuesta de acuerdo, en coordinación con la Comisión de Reglamentos Segunda”.  En otras palabras, el interinazgo docente sigue siendo un mal endémico en nuestra institución.

Soy sincero, no puedo entender por qué este problema no ha sido posible resolverlo a lo largo de varias décadas; sé que es difícil, pero no imposible; ahí en mi criterio, ha hecho mucha falta voluntad política y académica.

En otro orden, un aspecto que debe ser analizado pormenorizadamente, es el campo de la Investigación.

Como estudioso que soy de la problemática de la educación superior nacional, estoy consciente de que la Universidad de Costa Rica ha trabajado con mucho ahínco y esmero en esta área; esto ha provocado que un muy alto porcentaje de la investigación científico-técnica que hace en el país, precisamente se lleva a cabo en nuestra Casa de Estudios.

No por casualidad, hay una Ciudad Científica de muy alto nivel, esa gran cantidad de Institutos y Centros de Investigación producen una enorme cantidad de bienes y servicios. Por otra parte, en la Vicerrectoría de Investigación hay inscritos decenas de decenas de proyectos de investigación;  en principio esto está muy bien.

Sí es preciso que la comunidad universitaria conozca ¿qué es lo que se investiga?, ¿cuánto hay que pagar a los/as investigadores/as?, ¿cuánto percibe la Institución por concepto de Investigaciones?, ¿cuál es en realidad la práctica pedagógica entre lo que se investiga y lo que se imparte en la enseñanza?

En días pasados leí que una connotada investigadora decía: “Como estamos en crisis, hay que ir a buscar a donde sea el financiamiento privado para investigar, y también presentar a donde sea en el exterior proyectos de investigación, para encontrarles financiamiento”. Ella tiene derecho a expresar eso, pero eso que apuntó, lo que refleja a pie juntillas, es que no tiene el más mínimo concepto de lo que significa la AUTONOMÍA UNIVERSITARIA.  Aquí no se trata de investigar por investigar, hay que fijar un orden de prioridades que necesita la Universidad en primer lugar y el país en general.

El tema de la Investigación es medular que lo discutamos y definamos. La comunidad universitaria tiene el derecho inalienable, de saber con puntos y señales, cuál es el papel de FUNDEVI en relación con los Proyectos de Investigación, como venta de servicios.

Hay que apuntar, sin ningún temor -y por qué habríamos de tener temor- a que en nuestra Universidad, con el paso de los años se ha creado una casta de docentes, que son como se les denomina en los pasillos interfacultades “vacas sagradas”; es una realidad, no tratemos de tapar el “sol con un dedo”.

En el marco de la transparencia y del mejoramiento cuantitativo y cualitativo de la Universidad, fortalezcamos lo positivo en materia de Investigación, y desterremos prácticas que benefician mucho a una minoría de académicos que flaco favor le hacen a la ALMA MÁTER.

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