Estos datos se ven respaldados por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI): los arsenales de EE.UU. y Rusia reunían al comenzar el año 2013 alrededor de 16.200 armas nucleares, de las cuales casi 4.000 están operativas. EE.UU. disponía de unas 2.150 cabezas nucleares desplegadas, es decir, situadas en misiles o en bases con fuerzas operacionales y otras 5.500 que no están operativas. Rusia por su parte, tiene unas 1.800 cabezas nucleares operativas y otras 6.700 sin desplegar, lo que eleva su arsenal a 8.500 armas frente a las 10.000 en el 2012. Otros países cuentan con armamento nuclear. Se estima que Francia posee 290 cabezas nucleares desplegadas y el Reino Unido 160. China, India, Paquistán y Corea del Norte también cuentan con ojivas nucleares[1].
A la hora de hacer los análisis geopolíticos correspondientes, es necesario tener lo anterior en cuenta, máxime la situación actual donde existe un claro desafío al debilitado orden unipolar del imperialismo norteamericano y sus lacayos europeos. Y el desafío a los poderes existentes conducen —eso enseña la experiencia histórica—, a la guerra. Rusia lo sabe porque es parte de las fuerzas desafiantes al statu quo del imperio, y del dólar como moneda de intercambio internacional, sin mencionar su participación en dos guerras mundiales. Ciertamente, las guerras mundiales anteriores fueron experiencias muy aleccionadoras en cuanto al tema de los desafíos, las contradicciones, las rupturas y las consecuencias.
En la primera mitad del siglo XX, se desencadenaron dos guerras mundiales de las que fue culpable el sistema imperialista cuando sus propios intereses entraron en contradicción. En la primera guerra mundial (1914-1918) que terminó con la victoria de los países de la Entente (Inglaterra, Francia y los Estados Unidos) sobre Alemania, las consecuencias fueron terribles. Las estadísticas hablan por sí mismas de la catástrofe: movilizados 65 millones, muertos 8,5 millones, heridos 21,2 millones, prisioneros desaparecidos 7,75 millones, total de bajas 37,5 millones. Los países con mayor número de muertos, Rusia 1,7 millones, Francia 1,35 millones, Gran Bretaña 908 mil, Alemania 1,7 millones, Austria-Hungría 1,2 millones. Estados Unidos tuvo126 mil muertos y fue el país que sacó mayor ventaja del conflicto (www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-12881487).
Aunque Alemania fue derrotada, eso no resolvió nada. La lucha por los mercados de venta, por las fuentes de materias primas, por las esferas de inversión de capitales y la lucha por implantar el dominio propio seguía constituyendo la esencia de la política exterior de las potencias capitalistas. El agravamiento de la crisis general del capitalismo, en el marco de la existencia de la Unión Soviética, profundizó las contradicciones imperialistas y el pánico en el entramado del capitalismo mundial, cuyo objetivo central fue debilitar y destruir el Estado soviético en el cual Rusia tenía un papel central. Las contradicciones imperialistas se manifestaron con particular crudeza en el período de la crisis económica mundial de 1929-1933, una de las más profundas y destructoras en la historia del capitalismo. Pocos años después de esa crisis estalló la segunda guerra mundial (1941-1945).