Sigamos diciendo, ahora, que Descartes nos da pie, o nos lo ha dado, para decir lo siguiente: una de las cosas que más limitan a todos a tener propósitos felices, y por lo tanto vidas felices, es la falta de reflexión; como no hay reflexión, quiere decir, como no se practica, no acabamos de entrar dentro de nosotros mismos; y, consecuentemente, por eso puede ocurrir que no sepamos lo que hacemos, y que hagamos y hagamos sin saber cómo y por qué; y, lapidaria y rudamente, para concluir, si no sabemos por qué actuamos, lamentablemente tampoco sabemos lo que somos.
El ser humano sin reflexión en su vida es una barca pérdida en un océano, con marejadas y tormentas, con remolinos y apaciguamientos alternantes. El ser humano puede ser el ser perdido de sí mismo. Perdidos de nosotros mismos. Desconocidos de nosotros mismos. Ignorantes de nosotros mismos. Un saludo a todos ustedes. ¿Se dan cuenta? Los estoy saludando, a todos, a cada uno de ustedes.