Los hospitales de Gaza, al borde del colapso

FIESTA TRÁGICANoor y Kenan se habían reunido con sus familiares para festejar el Ramadán y celebrar el reciente regreso de la abuela de Noor

Médicos palestinos atienden en el hospital de al-Shifa a uno de los heridos  que provocó el feroz ataque aéreo israelí sobre la ciudad de Gaza, el 15 de julio de 2014.  (Foto: AFP)

Ciudad de Gaza, 11 jul (dpa) – Noor y Kenan Hammad, dos primos de cinco años, se encuentran en camas paralelas en el hospital Shifa, el principal centro médico en la Franja de Gaza.
Kenan perdió a su padre, su madre y su hermana, mientras que Noor perdió a su padre, hermano y abuela en un ataque aéreo israelí que dejó varios heridos más, incluyendo los niños.
De acuerdo con los medios, desde que Israel lanzó su gran asalto aéreo a gran escala contra objetivos en el enclave costero con alta densidad poblacional, alrededor del 40 por ciento de los más de 100 palestinos muertos son mujeres o niños.Los esfuerzos por tratar a más de 700 heridos se ven dificultados por falta de suministros médicos y drogas, dice un médico en el hospital Shifa. «Estamos trabajando en una situación terrible. No tengo los materiales necesarios para coser a mis pacientes y hoy tuve que improvisar», señala el médico.

FIESTA TRÁGICA

Noor y Kenan se habían reunido con sus familiares para festejar el Ramadán y celebrar el reciente regreso de la abuela de Noor de Arabia Saudí, donde ésta realizó la peregrinación religiosa islámica conocida como Hajj.
«El miércoles por la noche, toda la familia estaba sentada junta en un pequeño jardín en su casa. De repente un misil cayó sobre la casa y mató a seis personas, tres hombres y tres mujeres», dice la abuela de Kenan, Amal Hammad. «No hicieron nada. No estaban lanzando cohetes contra Israel», afirma. La otra abuela murió.
En la unidad de cuidados intensivos del hospital, Khaled, un niño de siete años, recibe tratamiento médico urgente. Su pronóstico es incierto. Su padre, Majed Abu Maraheel, está desconsolado.
«Mi hijo Khaled estaba jugando fuera de nuestra casa en el barrio de Zeitún, en Ciudad de Gaza, el jueves por la mañana y de repente escuchamos una gran explosión», recuerda Majed. Un misil israelí aterrizó en un área abierta cerca de su casa, que resultó dañada.
«Khaled tiene un fragmento de un misil israelí en la cabeza y como ven está en condición muy crítica», dice. Majed cuenta que ve cómo ingresan las ambulancias trasladando heridos para ser tratados mientras permanece al lado de la cama de su hijo.
«Espero que mi hijo se recupere de sus heridas y regrese con nosotros, pero ¿qué le sucederá a los otros que perdieron a sus familias, a sus hijos y mujeres?», pregunta.
Mahmud Daher, jefe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la Franja de Gaza, señaló que el sistema médico estaba en un estado nefasto incluso antes de la última ofensiva para detener el lanzamiento de cohetes contra Israel por parte del movimiento palestino Hamas, que gobierna en Gaza.
Un hombre que necesita una operación de vesícula tuvo que posponer su cirugía varias veces en los últimos diez meses. «Los pacientes como él sufren todos los días, están sufriendo mucho», afirma Daher.
«Estamos advirtiendo de un colapso de los sistemas de salud. Con la actual disponibilidad de provisiones médicas, si hay un mayor deterioro en el terreno, como un número masivo de víctimas, el sistema no le podrá hacer frente».
Los hospitales dependen de los generadores, que consumen grandes cantidades de combustible costoso, para enfrentar los frecuentes cortes de electricidad, a veces de casi la mitad del día.
Ashraf al Qedra, un portavoz del Ministerio de Salud en Gaza, no abandonó el hospital de Shifa desde que comenzó la ofensiva. No está afeitado y luce cansado, al igual que gran parte del personal médico.
«La sala de emergencias y todos los empleados, incluyendo a los médicos y enfermeras destinadas a cirugía, trabajaron a contrarreloj los últimos cuatro días a pesar de la falta de medicinas, equipos y otros suministros. Nunca duermen», asegura.
Afirma que le gustaría tener una mayor capacidad para ocuparse de los enfermos y heridos. «Creo que más gente morirá. Gente que no murió debido a los misiles podría morir por falta de medicina y otros servicios médicos», dice Al Qedra.


Primer muerto israelí tras recrudecimiento conflicto con palestinos

Erez, 15 jul (dpa) – Un israelí murió el 15 de julio debido a las heridas sufridas al ser alcanzado por un cohete palestino en el paso fronterizo de Erez, en la Franja de Gaza, convirtiéndose en la primera víctima israelí desde el recrudecimiento del conflicto en la primera semana de julio, informaron las fuerzas militares de Israel.
Hasta ahora Israel no había registrado víctimas gracias a su sistema de defensa, que suele interceptar la mayoría de los cohetes disparados desde la Franja de Gaza, y porque otros caían en territorios despoblados.
En cambio, en ataques aéreos israelíes contra la Franja de Gaza murieron hasta ahora casi 200 personas mientras que 1.400 más resultaron heridas, de acuerdo con fuentes palestinas.


«Sólo sobrevive el que tiene suerte»

Sara Lemel

Agencia DPA

Un palestino herido fue tratado por médicos del hospital de al-Najar en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, el 9 de julio de 2014, luego de que aviones de combate israelíes atacaron la ciudad matando al menos a 24 civiles palestinos ese día. (Foto: AFP / Said Khatib)

Gaza/Tel Aviv, 9 jul (dpa) – La población de Gaza es la que más sufre en la nueva confrontación entre Israel y Hamas pues, al contrario que la población israelí, no tienen protección alguna ante los fuertes ataques aéreos de Israel.
El ruido ensordecedor de los ataques aéreos israelíes se mezcla con la llamada del muecín al rezo matinal del Ramadán. La gente del barrio de Rimal, en la Ciudad de Gaza, ya había roto el ayuno durante la noche cuando una serie de fuertes explosiones sacudieron por la mañana la vecindad. Precisamente en el mes sagrado del Ramadán, que debería ser una época festiva para los musulmanes, la Franja de Gaza vuelve a sufrir un trágico derramamiento de sangre. A cada hora se suceden las informaciones sobre nuevos muertos, entre ellos niños.
Durante el día los musulmanes guardan ayuno, que rompen a la puesta del sol con un festín: con el estómago vacío y el intenso calor de julio es especialmente difícil mantener la cabeza fría durante los bombardeos israelíes.
Por miedo a una ofensiva terrestre, mucha gente hace cola ante una panadería para comprar pan de pita. «Tenemos miedo de verdad a que siga escalando el conflicto», cuenta Amir Abu Heyilan, de 38 años. «Por eso he comprado mucho pan de forma preventiva», cuenta el padre de cuatro hijos.
Al contrario de lo que ocurre en Israel, en la Franja de Gaza no hay sistemas de advertencia ante los ataques con cohetes: no hay sirenas y la mayoría de la gente tampoco tiene refugios a los que acudir.
Por eso mucha gente se queda en sus casas, mientras los cohetes caen a su alrededor. Sin embargo, en los ataques selectivos contra viviendas de milicianos palestinos, el Ejército israelí suele avisar antes por teléfono a sus habitantes, para que salgan rápidamente.
«Cuando estoy fuera tengo miedo de que un cohete israelí impacte contra una moto o un automóvil y me mate o hiera», cuenta un habitante de Gaza. «Dos niños resultaron heridos mortalmente cuando jugaban en un campo. Sólo el que tiene suerte sobrevive».
Muchos líderes de Hamas de alto rango pasaron a la clandestinidad hace días y se cree que se encuentran en refugios subterráneos protegidos de hormigón. Muchos combatientes armados de la organización radical islamista actúan sin embargo desde centros densamente poblados y aceptan que los ataques de respuesta israelíes se cobren la vida de civiles inocentes.
Khalil Kassab, de 40 años, del norte de la Franja de Gaza, se refugió a casa de su hermano, más en el centro del territorio palestino, por miedo a que les pase algo a su familia de ocho niños. «No hay ningún lugar seguro en la Franja de Gaza, pero la casa de mi hermano lo es un poco más». A sus hijos les asustaban muchísimo los continuos bombardeos. «Todos en la Franja de Gaza tienen la sensación de ser un blanco que puede ser atacado en cualquier momento».


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