Un leonino error…

Lo pronosticó George Galloway: que la muerte del felino “Cecil”, en Zimbabwe, a manos de un norteamericano, dentista desalmado,

Lo pronosticó George Galloway: que la muerte del felino “Cecil”, en Zimbabwe, a manos de un norteamericano, dentista desalmado, tendría más resonancia y duraría más en la mente de los lectores y tele-espectadores que el quemado vivo, un inocente niño en Palestina; hechos ambos, difundidos de manera muy diversa por los medios internacionales en agosto del 2015.

Claro, refleja la lesa humanidad de ese cazador tan adinerado como inescrupuloso al liquidar a simple tiro de gatillo un emblemático león, símbolo de una raza y atracción turística. Los noticieros, ávidos de espectáculo en todo sentido, aprovecharon para darle la vuelta al mundo sin contextualizar la corruptela de ese sistema cazador, sin aludir a los atropellos de Mugabe, indigno presidente de los zimbabuenses.

La muerte de ese león, una asquerosa hazaña, retrata la estupidez del hombre con su tecnología. Nace de ritos ancestrales y torneos medievales de caza. Fue un ejercicio de subsistencia y de valor que se fue degenerando, sobre todo desde que el tan grotesco como grosero rey Juan Carlos posó con su presea rinoceronte (y de paso con su amante). En las últimas décadas la sensibilidad humana ha avanzado tanto como para desacreditar este tipo de acción; al mismo tiempo, no cabe duda, al mejor estilo de Murdoch, que los medios de de-formación y manipuleo aprovecharon durante días para restregarnos imágenes sobre el vil evento. La gente es tan chismosa como morbosa.

En esos mismos días aciagos pasó algo menos espectacular, pero a la larga de mayor trascendencia en crueldad anti-humana: http://www.nacion.com/mundo/medio-oriente/Colonos-israelies-queman-vivo-palestino_0_1503049742.html

¿De qué se trata? En otro episodio de escalada hacia la bestialidad degenerada, a punta de cocktail Molotov, sublime cochinada cobarde, cuatro colonos terroristas de corte sionista atacaron la casa de una familia palestina, sus integrantes estaban durmiendo en el sueño de los justos, en su tierra milenaria. El resultado, la madre sufrió quemaduras de segundo grado; el padre murió a causa de las heridas y el menor resultó calcinado. Vaya horrible heroísmo de hunos hipermodernos, abierto crimen de guerra injusta.

Total, para la bestialidad humana, quedará como trofeo en alguna parte la cabeza de un león, ejemplar casi único en una raza en peligro de extinción; para la humanidad humilde de este niño, otra víctima de un apartheid de hace décadas, sigilosamente construido y apoyado por muchos medios que informan unilateralmente (ni que el territorio donde ocurrió esa bestialidad tuviera solo judíos) quedará otra prueba tajante de que una bestia no le haría eso a congéneres. Y nos damos por una especie evolucionada.

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