De la Antigua Aduana, en la Garita, solo quedan dos muros que antes resguardaban la entrada principal al inmueble. En la foto, el topógrafo e historiador Juan Manuel Castro. (Foto: David Bolaños)
En la esquina sureste del Parque de la Victoria, en Puntarenas, hay una monumento blanco rayado con grafiti. Podría pasar desapercibido, opacado por el kiosco que domina el parque o el barullo de los carros que transitan frente a él. Pero ahí está.
Hace unos años, cuando fue instalado aquí por la Municipalidad y el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría (MHCJS), fue presentado como un homenaje a la Ruta de los Héroes, el camino que tomó el ejército costarricense para luchar contra los filibusteros. Ahora luce triste: el asta vacía, el pebetero sin llama y con solo dos de las tres bayonetas iniciales.
Este es ahora un monumento al olvido.
«Al principio nosotros veníamos y colocábamos banderas, pero después dejamos de hacerlo porque no se trata de eso, ¿verdad? Lo ideal sería que se involucren las comunidades», explicó el historiador del Museo, Antonio Vargas, una jornada antes de llegar a Puntarenas.
Desde que trazó la Ruta de los Héroes, en los noventas, el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría empezó a planear cómo dejar marca del paso de los ejércitos. A pocos han ido resolviendo la situación: en Ciruelas de Alajuela, en Puntarenas y en Bebedero de Cañas hay tres «Hitos Históricos» que recuerdan esta marcha (vea mapa en esta página).
El Museo coordinó la colocación de los hitos junto con las municipalidades de cada una de las localidades, que aportaron el financiamiento para pagar su instalación. La ambición de Juan Manuel Castro, ingeniero topógrafo que determinó cuál era el recorrido de la Ruta de los Héroes, es llevar los monumentos a más pueblos y ciudades en el camino hacia Santa Rosa.
«Si un país no monumenta, olvida su historia», repite una y otra vez.
Sin embargo, los tres monumentos colocados en la ruta hacia Guanacaste –hay otros en la ruta que tomó el ejército hacia el río San Juan por San Carlos y Sarapiquí– están casi a la deriva.
El primero en el recorrido está en un parquecito en Ciruelas, también lleno de grafiti. En Bebedero de Cañas, los locales aseguran que sí lo utilizan para las fiestas patrias de abril.
“Si no hacemos esto, ¿cómo nos damos cuenta que aquí pasó la Ruta de los Héroes?”, se preguntó Castro en voz alta, frente al hito de Ciruelas.
MUROS PERDIDOS
Así como los monumentos instalados hace una década sufren abandono, lo mismo ocurre con obras más longevas, como la Antigua Aduana de Río Grande o los pocos segmentos que quedan del Camino Nacional.
Los restos de la Aduana de Río Grande, uno de los edificios más importantes de la Colonia tardía y los inicios de la vida en democracia, agoniza a vista y paciencia de todos los carros que transitan a diario entre La Garita y Atenas.
Construida en la década de 1780 y administrada por la Factoría de Tabaco para regular el comercio de esta hoja, la Aduana sirvió como punto de entrada al país.
Todos los extranjeros sellaban aquí su pasaporte y las mercancías eran revisadas. Para la campaña de 1856, en ese edificio se controlaba principalmente el comercio de café y sirvió como refugio a los soldados en su primera noche en el campo, luego de marchar desde San José.
Actualmente está ubicada en una propiedad privada al lado de la carretera que baja hacia el puente sobre el río Grande y no quedan más que dos muros que antes resguardaron la entrada principal del inmueble.
Sobre la fachada que mira hacia el río hay dos huecos redondos y pequeños sobre la piedra del muro: es la marca que dejó una placa conmemorativa colocada ahí hace unos años.
El edificio sirvió como puerta de entrada para el país durante décadas y empezó a menguar su importancia con la construcción de los ferrocarriles en ambas costas y tras la instalación de aduanas en Puntarenas y Limón. En el gobierno de Otilio Ulate, después de que un desfile de gobiernos había desdeñado el viejo edificio, finalmente fue demolido.
Significado del monumento
En el hito original hay dos paños (los bloques de cemento que conforman la figura): el blanco gris que atraviesa al principal representa la invasión filibustera y por eso tiene tres rifles con bayonetas que se asoman; el paño blanco representa la paz alcanzada tras la victoria.
Según la concepción del monumento, la posición entrecruzada de ambos paños significa el enfrentamiento entre costarricenses y filibusteros. Además, el paño blanco tiene una placa conmemorativa y los créditos a los patrocinadores del hito.