Empresaria costarricense de 41 años tuvo una hija por FIV en Panamá

Necesitada de FIV, Rebeca Cortés vivió un calvario

Rebeca Cortés pudo embarazarse por FIV en Panamá; así nació su hija. Ahora desea otro bebé, pero no puede viajar por razones de trabajo.

Rebeca Cortés es una empresaria costarricense de 41 años y tiene una maestría en administración con énfasis en mercadeo. Consiguió embarazarse por fecundación in vitro en Panamá; así nació una hija y desea tener otro bebé, pero ahora ya no puede viajar a ese país por razones de trabajo. Sabe que ya no le queda mucho tiempo para embarazarse y por ello emprendió una lucha por conseguir que la FIV se apruebe en Costa Rica.

¿Doña Rebeca, cómo ha sido su experiencia?

−Muy triste. Cuando me apliqué la FIV tuve algunos problemas, en especial, por la falta de acompañamiento por parte de la Caja Costarricense del Seguro Social; esta institución no quiere brindar una serie de medicamentos que se requieren, tanto antes como después de aplicada la técnica en otro país, en mi caso, en Panamá.

¿Por ejemplo?

−Me dijeron que si tenía plata para ir a Panamá a practicarme la FIV debería tener dinero para comprar por mi cuenta los medicamentos, como la progesterona. El problema es que si no consumía esa medicina podría perder a mi bebé. Cada caja de progesterona costaba en aquella época ¢15.000 y consumía una caja en dos días y medio. Además, debía pagar citas con médicos privados. Antes de practicarse la FIV, hay que realizar una serie de tratamientos que la Caja tampoco quiere brindar y que son muy caros. En todo esto hay un negocio por debajo en la Caja.

¿Cómo es esto?

−Sí. Si usted tiene un médico amigo en la Caja, él pone la receta a nombre de otra persona y te consigue los medicamentos. A mi casa llegaron así en varias oportunidades. No sé a nombre de quiénes las sacaron y en qué condiciones.

¿Qué otros problemas tuvo?

−En la Clínica de Coronado me negaron el “menotropin”, un medicamento básico. Me senté en las gradas de la farmacia y les dije ‘de aquí no me muevo hasta que me lo den’ y me lo hicieron tirado.

“En esa misma clínica me dijeron que tenía que ir al hospital Calderón Guardia a que me aprobaran las incapacidades. Imagínese que tuve que ir con sangrados y en silla de ruedas, para pedir una cita para que un médico me evaluara. El trato es terrible para las mujeres que recurrimos a la FIV”.

¿Y el tratamiento prenatal?

−Fue fatal. Tuve que acosar al ginecólogo de la Clínica de Coronado, pues nunca estaba. Un día le pregunté al director y a la directora (son dos que se turnan) que cómo era posible que tuvieran un ginecólogo que nunca estaba. Pienso en las mujeres que no tienen esta cualidad de líder para protestar y exigir sus derechos.

¿Qué solución hay para todo esto?

−Que se apruebe de una buena vez la FIV, ya sea por una ley o por un decreto, como quieran. Uno no entiende cómo le ponen 300 mociones a un proyecto en la Asamblea a algo que es urgente, en especial, para las mujeres que no pueden tener hijos y, por razones de edad, se les está acabando el tiempo. Lo económico no es lo más complicado; está la parte psicológica, pues hasta se han dado casos de matrimonios que se disuelven porque la presión es muy grande.

 

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