El fútbol más efectivo, el que privilegia lo colectivo sobre las individualidades, el que trabaja una y otra vez hasta alcanzar el objetivo. Ese es el nuevo tetracampeón del mundo, esa es la selección de Alemania.
Los alemanes no solo tuvieron la capacidad de mostrarse como una afinada maquinaria de fútbol a lo largo de su paso por Brasil 2014, también hacen historia al convertirse en el primer equipo europeo en ser campeón en América.
Mientras el duelo de aficiones parecía centrado entre los orgullosos argentinos que volvían a una final tras 24 años de ausencia, y los resentidos brasileños que vieron aplastado su sueño de ser campeones en casa tras ser goleados por la máquina alemana, los germanos solo se dedicaron a disfrutar de su mundial, a hacer lo suyo.
Argentina la tuvo para anotar e irse adelante varias veces. Con Higuaín, con Lavezzi, y con Messi. Ese Messi que pese a aparecer y desparecer del campo como un fantasma, fue premiado por la FIFA como el mejor jugador del torneo.
Sin embargo Argentina mejoró, fue más ofensivo y puso seria resistencia al ataque alemán, con Romero como última línea de defensa. Del otro lado, los desaciertos de la delantera albiceleste se combinaron con la enorme presencia de Manuel Nauer, nombrado el mejor portero del torneo.
Al histórico Miroslav Klose, que se va de este mundial con el record como mejor anotador en todas las copas del mundo desplazando al brasileño Ronaldo, se le venció el tiempo en la cancha y dio paso a Mario Goetze.
Tras el empate sin goles en el tiempo regular y en el primer tiempo extra, Goetze se vistió de héroe al convertir el único gol del partido. Suficiente para que Alemania sea campeona por cuarta vez.
El gol de Goetze al minuto 112 fue el rayo que silenció a la bulliciosa barra argentina, que soñaba con ver a su Messi sacarse alguna genialidad para salvar el partido. Pero Messi no apareció y la Copa se va con los alemanes.
Los brasileños celebraron este título alemán casi como propio, la rivalidad con Argentina es más grande que su peor vergüenza futbolística. Se van contentos porque si ellos no pudieron celebrar en el Maracaná, al menos sus mayores rivales tampoco lo hicieron.
La mancha blanca de la afición alemana es la última que permanece en el Maracaná, alguno de sus jugadores aún levanta con ellos el trofeo dorado. En la batalla campal entre brasileños y argentinos, fueron estos pacientes alemanes quienes se quedaron con todo, el Maracaná es suyo.