Las redes sociales en las emergencias

Hace 20 años, cuando ocurría un sismo, la primera reacción de la gente era encender sus radios y televisores a la espera del reporte periodista

Hace 20 años, cuando ocurría un sismo, la primera reacción de la gente era encender sus radios y televisores a la espera del reporte del periodista. Hoy, cuando tiembla, nadie espera que alguien más le notifique. Simplemente entra a las redes sociales desde su teléfono inteligente y revisa la magnitud y el lugar del sismo minutos después de que este ocurrió.

Esta demanda inmediata de información ha cambiado la forma en que esta se procesa, difunde y comparte en las redes sociales de instituciones científicas, como la Red Sismológica Nacional (RSN: UCR-ICE) o de las autoridades encargadas de la administración del riesgo y atención de desastres.

Fotografías, noticias, videos, informes institucionales, infografías e inclusive notificaciones de que una persona está a salvo luego de un terremoto son algunas de las novedades que circulan en las redes sociales para mantener informada a la población de los acontecimientos más recientes durante una emergencia. También permiten que los usuarios se comuniquen entre sí e intercambien información sobre cómo se sintió el temblor o cuán largo llegó la ceniza luego de una erupción volcánica.

Sin embargo, estas nuevas posibilidades de comunicación implican un reto para los científicos y comunicadores que trabajan en la gestión del riesgo: lograr balancear entre la demanda de inmediatez del público y la obligación de la veracidad científica de la información para un adecuado manejo de una emergencia.

Nuevas herramientas

Tras el terremoto de 8,4 Mw en Illapel, Chile, los usuarios de Facebook encontraron un mensaje en el muro que les avisaba que un amigo que estaba en ese país había confirmado que se encontraba a salvo. Esta herramienta, llamada Safety Check, fue creada por la red social para tranquilizar a los familiares, amigos y allegados de los usuarios que estuvieron en el lugar del sismo.

Para su funcionamiento se utilizó la geolocalización con el fin de ubicar a los usuarios que se encontraban en Chile y enviarles un mensaje que decía: “Avisá a tus amigos que te encontrás fuera de peligro. Confirmá que estás bien para que reciban una notificación”.

Por medio de Safety Check, los usuarios que ya conocían el estado de su amigo o amiga también podían confirmar que estos estaban fuera de peligro.

Por otro lado, durante el terremoto del 11 de marzo del 2011 de Japón, de 9,0 Mw, Google generó la aplicación Person Finder: 2011 Japan Earthquake, que permitía aportar información sobre el paradero de personas desaparecidas y también ofrecía una página con información relevante, como números telefónicos de emergencia, el estado de los medios de transporte, noticias, comunicados oficiales y mapas útiles.

Herramientas como Safety Check y Person Finder evidencian las posibilidades que ofrece Internet para agilizar tanto la información como la atención de personas afectadas por un desastre.

Potencial de las redes sociales

Ignacio Siles González, docente de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva de la Universidad de Costa Rica (UCR), considera que las redes sociales tienen un gran potencial para facilitar una mejor intervención en situaciones en riesgo, como quedó demostrado durante los terremotos de Chile y de Japón.

Siles expresa que en esta materia las redes sociales plantean oportunidades y compromisos. Por un lado, se genera información alternativa en cuanto a contenido y tratamiento a la ofrecida por los medios de comunicación tradicionales. Los desastres se caracterizan por la producción de mucha información en muy poco tiempo y a los medios tradicionales se les dificulta capturar este flujo de datos con precisión y rapidez, explicó el especialista.

Las redes sociales, en cambio, permiten que fluya información de última hora con gran rapidez y mantenerse al día sobre las actualizaciones con mucha facilidad. En momentos como estos, los reportes de los usuarios son vitales para garantizar este movimiento de información actualizada con los testimonios de personas cercanas al lugar.

No obstante, una vez que ha pasado la emergencia y se estabiliza la situación, los medios tradicionales brindan mayor perspectiva y contexto sobre lo que ocurre. En estos momentos, las cuentas en redes sociales de los medios tradicionales se convierten en un altavoz de la información más desarrollada y explicada, comenta Siles.

En su criterio, las redes sociales posibilitan que la gente esté mejor informada, ayudan a entender cuáles son las fuentes confiables y por qué, a contextualizar las informaciones y a crear orden en medio del desorden, un reto muy importante durante situaciones de emergencia.

Edward Ruiz Morales, estudiante de la Maestría Profesional en Gestión del Riesgo en Desastres y Atención de Emergencias de la UCR, quien realiza su tesis sobre el papel de las redes sociales en la atención de desastres, considera que este medio ha tomado mucha fuerza como depositaria y fuente de información para los ciudadanos y los organismos encargados de responder ante las emergencias.

Las redes sociales son utilizadas por la ciudadanía para reportar emergencias y las entidades gubernamentales encargadas de la gestión del riesgo usan estos canales para informar y dar recomendaciones de actuación frente a eventos que pueden generar daños y pérdidas, comentó Ruiz.

Los organismos de respuesta incluso toman los reportes de la ciudadanía como fuentes de información para la atención de emergencias, dijo Ruiz.

“¿De cuánto fue el temblor?”: Demandas de los usuarios

Además de ventajas y flujos rápidos de información, las redes sociales e Internet presentan nuevos retos para la comunidad científica. Debido a los hábitos de consumo de los usuarios, los científicos deben “traducir” sus mensajes técnicos en informaciones gráficas y fáciles de entender.

“Pienso que los mensajes deben ser cortos, visualmente atractivos y claros, para las informaciones de actualización. Parece que vivimos en la era del infográfico o de la visualización del big data. Además, deben haber informaciones más largas que permitan dar contexto”, comentó Siles.

Ruiz recomienda que debido a la enorme cantidad de usuarios en redes sociales, las entidades encargadas de la gestión del riesgo deben prestar mucha atención a la información que difunden. Esta tiene que tener un lenguaje comprensible, con la terminología correcta y sin caer en tecnicismos, los cuales hacen que en ocasiones los mensajes no se comprendan.

Ante el reto de adaptar los tecnicismos científicos a un lenguaje comprensible y de enfrentar la rapidez y el carácter impredecible de los eventos geológicos, el especialista recomienda el trabajo en equipo. “El científico no tiene que hacerlo todo solo. Tiene a su alcance un equipo de trabajo, entre comunicadores y gestores del riesgo, y todos pueden colaborar en la traducción de dicha información”, indica.

Sin embargo, el peso de un buen manejo de la información en redes sociales no recae solo en los profesionales, sino también en la ciudadanía. “Es responsabilidad de la ciudadanía acercarse más al uso de las tecnologías para que adquiera cierta destreza en el manejo de información”, afirma Ruiz.

La nueva gestión del riesgo vía redes sociales: el caso de la RSN

La difusión de información a través de redes sociales ha sido uno de los intereses de la Red Sismológica Nacional (RSN) en los últimos años. Los aportes de sus seguidores en el perfil de Facebook les permite ampliar la información registrada por la red de sismógrafos de esta entidad.

Un artículo de los investigadores de la RSN, Dr. Lepolt Linkimer Abarca y Dr. Oscar Lücke Castro, titulado Redes sociales y sismología: Educación y prevención en torno a amenazas sísmicas, publicado en la revista Reflexiones de la UCR, así lo revela.

Ellos muestran que en el temblor de Tarrazú de 4,6 Mw del 7 de agosto del 2014 se obtuvieron 3183 comentarios de los usuarios que percibieron el movimiento, mientras que en el temblor de Alajuelita de 4,3 Mw del 1 de noviembre del 2014, comentaron 1671 usuarios.

Las redes sociales también han sido una vía de comunicación de la población sobre las erupciones del volcán Turrialba desde el 2014.

Al respecto, los científicos señalan que en la erupción del 30 de octubre del 2014, se postearon fotografías enviadas por personas de 30 localidades y para la erupción del 1 de noviembre de 36 localidades.

El pasado 31 de octubre del 2015, el video sobre la erupción de este mismo volcán de la 1:07 p.m., que mostraba un flujo piroclástico, fue publicado en el Facebook y obtuvo 860 “me gusta”, se compartió 660 veces y se logró alcanzar a 168 897 personas.

La RSN invierte recursos para aprovechar las posibilidades que ofrecen Facebook y Twitter de compartir información científica, fotografías tomadas por los expertos y enviadas por sus seguidores.

La RSN tiene además secciones dedicadas a temas de interés general, como es el Rincón educativo, en el cual se plantea una pregunta sobre algún tema geológico y se reciben las repuestas de los usuarios. Luego se explica el concepto geológico planteado con el objetivo de enriquecer el conocimiento geológico de la población.

Las redes sociales han revolucionado la forma en que la población se informa sobre los eventos geológicos del país. Los comunicadores, científicos y el público tienen ahora nuevas responsabilidades y retos ante un flujo indetenible de información. A pesar de estos retos, la ventaja es clara: ahora los costarricenses están a solo un click de distancia de saber cuándo fue la última vez que la Tierra se movió.

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