El tóxico efecto neoliberal

Vendiendo las joyas de la abuela
Políticas culturales e identidad nacional
en Costa Rica 1990-2010
Rafael Cuevas Molina
Andrés Mora Ramírez
Ensayo
EUNED
2013El concepto de un ajuste estructural del estado

Vendiendo las joyas de la abuela

Políticas culturales e identidad nacional

en Costa Rica 1990-2010

Rafael Cuevas Molina

Andrés Mora Ramírez

Ensayo

EUNED

2013

El concepto de un ajuste estructural del estado fue propuesto como una manera de hacer más eficiente la administración pública y a la vez promover un crecimiento de las actividades económicas privadas diversificándolas e incrementándolas.

Sin embargo, se trataba de todo un cambio en el modelo de sociedad. Desde la promoción de algunas formas productivas innovadoras hasta favorecer ciertos tipos de consumo, las políticas neoliberales, impulsadas por el Consenso de Washington y tropicalizadas por los gobernantes de turno y los intereses de las cúpulas económicas que los financiaban y sostenían, fueron remodelando la sociedad costarricense, apartándola bruscamente del sistema en que se había sustentado y que tenía poco más de un siglo de conformarse.

La identidad nacional que se había perfilado principalmente al vincular las características históricas, sociales y económicas, heredadas tras la declaración de independencia del imperio español en 1821, con nuevas relaciones con el resto del mundo, mediadas por el comercio, fue consolidada con un ejercicio institucional impulsado desde el Estado particularmente en la segunda mitad del siglo XIX.

Durante la primera mitad del siglo XX, una serie de ajustes y conflictos culminó con una especie de identidad política, es decir, un cierto consenso en la clase política del modelo de sociedad que se quería promover. Luego de la guerra civil de 1948, en la cual resultó vencedor un grupo predominantemente de tendencia socialdemócrata, este asumió los logros e instituciones previamente conformados e impulsó otros nuevos que favorecieron un modelo identitario que prevaleció hasta finales de la década de 1980, cuando la clase política dominante adoptó las políticas neoliberales de ajuste estructural, promovidas por los organismos financieros internacionales.

Al ajustar, había mucho que era necesario cercenar pero sobre todo había que cambiar la forma de percibir el mundo de la mayoría de los costarricenses. En ese ejercicio de transformación cultural diversos factores entraron en juego, a veces concatenados y otras simplemente coincidentes por su matriz ideológica.

Este libro de Rafael Cuevas continúa y profundiza el importante aporte ya dado por el autor en sus investigaciones anteriores sobre el tema, a saber: Traspatio florecido. Tendencias de la dinámica de la cultura en Centroamérica 1979-1990, publicado en 1993, El punto sobre la i. Políticas culturales en Costa Rica 1948-1990, publicado en 1996 y De banana republics a repúblicas maquileras, publicado en 2012.

La calidad documental y el rigor del análisis empleados por Cuevas, y en este caso en coautoría con Andrés Mora,  a lo largo de sus estudios, dan como resultado una serie de textos esenciales para comprender las transformaciones padecidas por nuestra sociedad en las últimas décadas, como consecuencia de ese intento por implantar un nuevo modelo de sociedad.

LA CRISIS

El periodo estudiado en esta investigación, sin duda corresponde a una crisis que los autores explican de la siguiente manera:

“Los procesos de cambio son relativamente lentos y se constituyen en indicadores de estabilidad en la mentalidad colectiva e individual; pero en algunos momentos históricos se producen transformaciones rápidas y profundas en el orden de lo económico, político, social y, por ende, también simbólico y cultural (que es el espacio en el que los situamos), lo que provoca una modificación también acelerada de los valores, que deben adaptarse a las nuevas circunstancias y constituirse en justificadores del nuevo orden existente. En el período en el que unos valores (los antiguos) empiezan a perder vigencia, y otros (los nuevos) adquieren legitimidad, ocurre un período de transición que socialmente se percibe como un momento de crisis”.

Los efectos nocivos de dicha crisis se acentúan por el impacto que el modelo aplicado, que quizás no haya sido tan drástico en otras sociedades, descarga sobre la sociedad costarricense en particular sobre su mayoritaria clase media.

“En relación con el modelo neoliberal de desarrollo queremos recordar dos cosas. La primera es que las consecuencias de su aplicación han profundizado la segmentación y la diferencia social; por un lado, han permitido un incremento de la riqueza, pero esta se ha acumulado en los estratos altos de la sociedad y ha empobrecido a amplios sectores. La segunda se refiere a que las políticas sociales neoliberales tienen un carácter focalizado, es decir, orientado hacia grupos sociales que se quedan inexorablemente ‘rezagados’”.

CONFLICTIVIDAD

La percepción de una crisis de valores y de informidad social se manifiesta con nuevos actores sociales, a lo que el libro señala:

“Desde el punto de vista ideológico, entonces, lo que sucede es que el aparato simbólico sobre el cual se levantó el andamiaje de la identidad nacional encuentra que sus referentes han cambiado por las nuevas condiciones materiales y se debilita, permitiendo que identidades culturales de otros tipos, que permanecían “oprimidas”, ocultas, marginadas o invisibilizadas, surjan y se posicionen, reclamando un lugar en el espectro que, ahora, se considera multicultural”.

Así, parecen mostrarse modificaciones identitarias de una sociedad más abierta al cambio y la tolerancia, pero en su doble discurso la propuesta neoliberal resulta neoconservadora.

“En la sociedad costarricense en su conjunto, sin embargo, permanecen bastante inalterables el miedo al disenso y a salirse de la horma. El disciplinamiento ejercido por el todo social a través de los estereotipos de lo que es ser costarricense continúa teniendo vigencia aunque presente rasgos de erosión. El miedo a ser tachado con rasgos fuera de ese estereotipo de la identidad nacional siguen constituyendo el cemento cohesionador que anula las fuerzas centrípetas”.

Costa Rica tiene la posibilidad de enfrentar los retos de la sociedad contemporánea desde su propia identidad, la clase política tiene la obligación de llevar adelante las transformaciones necesarias sustentada en esa identidad nacional, así como lo hicieron los antepasados. Lo contrario sería, como dicen los autores: “…desperdiciar el esfuerzo ya realizado en el pasado, malgastarlo, echarlo por el caño: vender las joyas de la abuela”.

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