Dr. Gabriel Macaya Trejos: «Realicé una gestión equilibrada»

Dr. Gabriel Macaya Trejos dejará el cargo a partir del 19 de mayo. «Mi gran logro es haber realizado una gestión equilibrada que se

Dr. Gabriel Macaya Trejos dejará el cargo a partir del 19 de mayo.

«Mi gran logro es haber realizado una gestión equilibrada que se puede dividir en dos mitades: la primera de restricciones y de poner orden y una segunda de satisfacciones, pues el rigor de la primera me permitió logros y frutos en la segunda».

Así sintetiza su trabajo durante estos ocho años, el Rector de la Universidad de Costa Rica, Dr. Gabriel Macaya Trejos, quien dejará su cargo el 19 de mayo.

Entre sus logros citó el aumento de la matrícula en un 50%, el incremento de la infraestructura de la ciudad universitaria Rodrigo Facio en un 25%, la calidad permanente mediante los procesos de  acreditación, el apoyo a la creación del SINAES (Sistema Nacional de Acreditación de los Estudios Superiores), la negociación del financiamiento adecuado para las universidades públicas, una mayor presencia de la Universidad  en el ámbito nacional y su claro reconocimiento internacional.

A ello agrega la reapertura de la dedicación exclusiva para docentes, donde se ha aprobado todo lo solicitado y la descentralización administrativa de las sedes regionales.

De igual manera se refirió a asuntos que quedan por resolver, como aumentar la cobertura, mejorar la infraestructura y la calidad de la educación secundaria, que es un compromiso  cumplido a medias.

La entrevista fue realizada el pasado 14 de abril en la Rectoría entre la directora de este Semanario, Laura Martínez Quesada, la jefa de redacción, Ana Incer Arias, el redactor Javier Córdova Morales y la periodista Lisbeth Huertas Jiménez, quien la transcribió y editó.

¿Qué balance hace de  estos ocho años, sus aciertos y las cosas que quedan por hacer para un futuro Rector o Rectora de la UCR?

– El próximo informe que presento en mayo va a tratar de hacer ese balance con datos para que no haya apreciaciones subjetivas. Cuando llegué me encontré una Universidad que funcionaba mucho por olfato, pero yo soy sesgado a funcionar con  datos y he hecho un esfuerzo porque estos existan. Sin embargo esta Institución es tan compleja que ese es uno de los procesos que queda a medio camino, pero  muy adelantado, en cuanto a tener sistemas adecuados para la gestión. Se ha hecho un avance gigantesco en el sistema de información financiera que ya está casi terminado y en el sistema de información estudiantil también. Queda el de recursos humanos que se está desarrollando y otros que habrá que perfeccionar en el futuro, todo ello para llegar a tener un verdadero sistema de información para la toma de decisiones institucionales.

Como parte de los puntos cualitativos en su gestión se refirió al financiamiento de la UCR que pasa de tener  un déficit importante que era de más de  ¢600 millones a un superávit  ligado a cambios en la gestión y a un mayor rigor en el uso de los recursos en general y a cambios en el marco legal de contratación administrativa y en la ejecución de presupuestos que implican ajustes, que no se han podido terminar de hacer.

Los universitarios tienen  mala memoria y por eso aprovecho estas ocasiones  para refrescarla. Se está  tan consciente  de los logros, que pareciera que son dados y no peleados.

Tuvimos los primeros cuatro años de un gran rigor financiero. La gente ha olvidado que no se daba la totalidad de la inflación  en los reajustes salariales. Poco a poco se entró en un saneamiento de las finanzas y ya llevamos cuatro años en que se ha dado la totalidad de la inflación, y cuando ésta ha sido menor no se ha rebajado lo que se dio de más.

Últimamente se habla del superávit que este año no llega a los ¢300 millones y se debe a un mayor ingreso de recursos. Esa cifra es menor del presupuesto de la Universidad.

También se dice que los salarios son bajos y no es cierto. Tal vez el primero y segundo año sean ligeramente inferiores a los de otras universidades públicas, pero a partir del tercero son superiores. Lo mismo ocurre con el salario docente, que aumenta en el tiempo más  rápidamente que en las otras universidades. En esta administración se subieron  todos los porcentajes para las diferentes categorías, manteniendo los de asociados y catedráticos y subiendo los de adjunto e instructor licenciado.

Se habla del debilitamiento docente por la situación salarial y algunos sectores consideran que se ha dado una fuga de cerebros hacia otras universidades, entre ellas privadas. ¿Cuál es su opinión al respecto?

– Lo de las universidades privadas dejémoslo por fuera porque en éstas el salario es un complemento a un sueldo principal, pues la mayoría no son profesores tiempo completo, ya que estas aprovechan el empleo residual.

Estas críticas, evidentemente, no toman en cuenta la evolución de los salarios en los últimos tiempos. Lo que sí está mal son los interinos y ahí hay que aclarar que aquí tenemos dos interinazgos, el estructural que responde a aproximadamente un 50% de ellos y puede andar por cerca de mil personas. Yo, por ejemplo, al ser nombrado Rector he generado tres personas nombradas interinas con cargo a mi plaza como docente durante estos ocho años. Todos los puestos de jefatura generan interinos, al igual que los  permisos sin goce de sueldo.

El otro interinazgo corresponde a estrategias de las mismas unidades académicas, algunas válidas, otras discutibles, dentro de las cuales está el fraccionamiento de los nombramientos, lo que produce ese interinazgo del 60% en personas, cuando en tiempos completos  es solo del 45%.

Por último están las reservas de plazas que justamente ahora que estamos en formación de recursos  para sustituir personal docente que se pensiona, generan también interinos.

¿Cuáles son las estrategias para entrar en un proceso de desinterinización? El profesor postulante era la estrategia pensada, meditada y armada durante dos años, propuesta está en manos del Consejo Universitario desde hace tres años y pretendía cambiar el sistema de contratación. Todo el atraso es por la categoría de profesor postulante pues como era nueva trabó el asunto en el citado órgano.

Segundo, tenemos una política real de desinterinización y el Consejo  comienza  con el procedimiento de aumento de jornada  tiempo y cuarto,  tiempo y medio. Eso va contra la desinterinización pues ahora docentes tiempo completo en propiedad podrán laborar además un cuarto de tiempo interino.

Respecto a la fuga de cerebros que usted planteaba, evidentemente los que se van son los profesores más influyentes y en este punto algunas escuelas han sido muy exitosas y otras muy descuidadas. Todos los años la Rectoría les ha enviado una solicitud del plan de formación docente y las necesidades de becas. Tenemos 90 becas al exterior cada año y no se satura la oferta, por lo que desde hace varios años se le otorgan a estudiantes promisorios  con promesa de reserva de plaza en la unidad académica respectiva.

La ida de grandes figuras siempre será grave, pero lo importante es el recambio, cuyo proceso es una política institucional, pero ejecutado por las unidades académicas.

A la fecha, la cifra de docentes pensionados este año ha superado la del anterior, al igual que la de administrativos. Ambas sumaban 99 personas en marzo y en 2003 fueron 100, que incluyó a 27 catedráticos.

¿Cuál ha sido su mayor obstáculo en esta labor de desinterinización?

– El que la autoridad sobre plazas docentes esté en las manos de las unidades académicas. El único mecanismo existente con el que se lograron equilibrios importantes fue el del congelamiento de plazas, que no es un mecanismo de ahorro como se ha querido hacer ver, sino de racionalización del uso de plazas. Mientras no halla un procedimiento de racionalización de las plazas el interinazgo continuará. Hay unidades académicas que tienen profesores para cursos que ya no existen.

El mayor obstáculo es la falta de  voluntad política en algún momento en el Consejo Universitario. Es más fácil poner parches que entrarle al fondo del asunto.

Otro ejemplo es el régimen de incentivos para el personal docente y administrativo que la administración presentó al Consejo hace tres años, pero ahí duerme el sueño de los justos. Es más fácil aferrarse a lo que se tiene que enfrentarse a un proceso que implica mayor responsabilidad y una evaluación por rendimiento como el propuesto. Perdón, pero este sistema es muy pesado y tiene una gran inercia y uno se desgasta si va contra ella.

¿Cómo está la negociación del Fondo Especial para la Educación Superior (FEES)?

– Se ha dicho que el FEES que termina fue mal negociado. La diferencia de ingresos  mayor para el total del FEES son cerca de ¢13.000 millones, 25% más  de lo que hubiera sido de no renegociarse, e igual porcentaje para la U.

Se habla de crisis,  pero el convenio actual fue prorrogado hasta que tengamos el nuevo.

La inversión en la educación nacional debe crecer y las universidades deben ser parte de éste. Tenemos un 5,1% del PIB y hay que llevarlo al 6% que  es un mandato constitucional, lo que  significa pasar del 0,9% a un 1,2%. El Ministerio de Educación Pública quiere pasar  de 4,2% a un 4,8%. Eso significa que en el próximo quinquenio el FEES va a crecer en un 30%. El principio bajo el que estamos negociando es financiar la educación nacional. Por eso todos los rectores seguimos lo que pasa con la reforma fiscal, aunque no hemos condicionado el FEES a la aprobación de esta.

El sistema de admisión a la UCR es elitista, muy abierto para personas de clases medias y alta posición económica de zona urbana y procedentes de colegios privados.

– Esa afirmación es totalmente falsa y hay estudios que lo demuestran. Desgraciadamente esa selección ocurre en el bachillerato. El 82% de los  alumnos está en colegios públicos, pero menos del 70% de bachilleres salen de estos porque la mitad se quedan. De quienes entran a la UCR, dos tercios son de colegios públicos.

La capacidad total no se llena porque hay requisitos adicionales; sin embargo el porcentaje de estudiantes satisfechos con la carrera que matricularon es superior al 75%.

Respecto al examen de admisión, no es cierto que propicia la elitización pues el actual es el instrumento  de admisión con mayor equidad.

En la comunidad universitaria hay inquietud acerca de la falta de cumplimiento  del Estatuto Orgánico de la UCR sobre la presentación anual de informes del Rector. Usted solo una vez en 2003 rindió ese informe. ¿Qué fue lo que le impidió cumplir con ese mandato?

– Yo presenté dos y voy a presentar otro en mayo que será global sobre la situación de la Universidad, incluye varios fascículos.

Una razón muy simple es que se presenta un informe y no pasa nada, no tiene impacto. La Universidad está llena de informes anuales, pero se decide ignorarlos, no permean, se queda en las direcciones de las unidades académicas; el Consejo Universitario lo ve como un trámite, no como el documento de gestión que es.

Hay gente que  dice  que la UCR ha perdido liderazgo en la sociedad. ¿Usted cree que la Universidad ha estado vigente en las discusiones nacionales?

– Eso  no es cierto, lo que ha pasado es que se  pasó de  una acción explosiva a una permanente. La modalidad de acción  pública ha cambiado, el número de proyectos de acción social y de investigación ahora es mucho mayor. En el pasado había una  posición política  del Rector y eso yo lo cambié. He tenido acceso y audiencia  a todos los partidos políticos por igual. Ya no es como hace años cuando se decía  que la Universidad era liberacionista, lo que me parece inconveniente  para la Institución. La participación en estudios tampoco se ha caído.

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