Robert B. Laughlin, Premio Nobel de Física 1998: La educación debe abrir caminos tan amplios como un universo

Robert B. Laughlin, premio Nobel de Física. “El propósito de la educación no es hacer modelos de personas, sino darles opciones para que sean

Robert B. Laughlin, premio Nobel de Física. “El propósito de la educación no es hacer modelos de personas, sino darles opciones para que sean lo que más quieran ser”. (Foto: Katya Alvarado)

El Premio Nobel de Física, Robert B. Laughlin, 16 años después de ganar el reconocimiento más importante en su campo, no deja de hablar de la ciencia como si fuera un arte. Este estadounidense de 63 años obtuvo el galardón por descubrir, junto con dos compañeros, “el efecto Hall cuántico”, esto es una exploración teórica de un nuevo estado de la materia.

Desde entonces, ha aprovechado la influencia de su premio para expandir sus ideas, dar vueltas al globo y hacer negocios. Recién empieza una compañía, luego de aventurarse a publicar tres dardos de papel que no resultaron cómodos para las dianas a las que quiso apuntar.

En uno de esos tres libros, titulado Un universo diferente, asevera que los descubrimientos de la ciencia están bastante lejos de llegar a su fin. Sostiene que la función de los profesores en las universidades no es formar técnicos especialistas sino ampliar las perspectivas de sus estudiantes para que alcancen sus sueños.

Laughlin visitó el país en abril con motivo de tres charlas relacionadas con este libro y conversó con UNIVERSIDAD acerca de la educación y la inversión en tecnología, en la llamada “era del conocimiento”, y el papel de países como Costa Rica en estos procesos.

¿Cómo ve la comunidad internacional a Costa Rica en el mapa de la investigación científica y la producción? ¿Hay una visibilidad de este trabajo?

— Un poco. Ya ustedes saben cuáles son los grandes jugadores de la producción e investigación científica: Japón, Alemania, Estados Unidos. En Latinoamérica, particularmente, los presupuestos para ciencia son bajos: es un factor histórico. Costa Rica tiene su visibilización porque la gente es fuerte pero al mismo tiempo están compitiendo contra gigantes, ¡ejércitos de personas!

Las cualidades de los estudiantes no son muy diferentes de las que vemos en otras zonas. Sin embargo, la gente de esta parte del globo tiende a ser muy fuerte porque es difícil mantener una resistencia, así que deben ser muy potentes y muy capaces: hacen muchísimas cosas. El entrenamiento que la universidad les da es estupendo.

Robert es profesor de Física de la Universidad de Stanford y sostiene que a los jóvenes no se les deben marcar pautas sobre qué estudiar o no. Lo correcto, según el, es intentar mover el interés y hablar de la ciencia como inspiración, como un despertar: arte puro.

La mayoría de sus estudiantes no se convierten en profesores o investigadores en ciencias, sino que algunos terminan trabajando como ejecutivos o administradores.

— Soy un poco diferente a la mayoría de las personas. Creo que la física es arte. Yo lo que quiero es trabajar con sus manos y cerebros, pero siempre dejando muy claro que cada quien es responsable de lo que hace.

Con respecto a hablarle a la gente joven sobre esto, el mensaje es: arte. Que la ciencia es un aspecto de la vida que es artístico, pero es parte de una educación: no lo es todo.

La educación, según Laughlin, debe promover que aprendamos acerca de cómo utilizar el conocimiento para nuestro beneficio: enfrentarse diariamente al problema sobre cómo vivir.

“Volverse rico, siendo un científico, es una idea estúpida. Esto es algo que me volvió loco cuando estaba en Corea (donde dirigió el Instituto Coreano Avanzado para la Ciencia y la Tecnología), porque es una política gubernamental y se envía propaganda para que los estudiantes aprendan cosas técnicas. La verdadera razón es otra: quieren ingenieros baratos. Pero eso no es bueno para ellos.

“Este es un problema de los países antiguos, que está empeorándose. Tienes muchas personas entrenadas en estas cosas técnicas pero con poca capacidad de empoderarse”, sostiene.

En síntesis, “el propósito de la educación no es hacer modelos de personas, sino darles opciones para que sean lo que más quieran ser. Si no lo estarías haciendo mal”, sentencia.

¿Los profesores están motivando a sus estudiantes a tomar riesgos o contribuyen a destruir su creatividad?

—    Muchas escuelas quitan la creatividad, ese es uno de los grandes problemas que tenemos en la educación en nuestros países. Especialmente en Japón, mucha gente creativa se convierte en gente loca. Para los profesores, si no estás haciendo algo que les interese, entonces no estás educando.

El físico describe el camino de la educación y la investigación de una manera menos reduccionista. Para él, el surco que abre la educación debe ser tan amplio como un universo de intereses y aspiraciones, y a través de él deben transitar más soñadores que busquen extenderlo hasta sus más profundos límites: inexistentes.

“Mi idea es que la universidad debe ser una gran feria donde convergen y se pueden ver personas interesantes de todas las opiniones y experiencias. Gente que ama las ciencias, el arte, la economía, las ciencias sociales. Un espacio donde encontrar muchas personas interesantes”.

CONOCIMIENTO RESERVADO

Para el Nobel, hay un grave obstáculo. En una sociedad del conocimiento, lo más importante es la información y por tanto es lo que más se protege, se oculta y a lo que más se procura impedir el acceso.

Usted menciona que uno de los grandes retos para los jóvenes es el simple derecho de aprender. ¿Esta es la era de la información y el conocimiento o nos encontramos ante un estado de criminalización del intelecto?

— La segunda. No tengo que decirlo: la única información que es gratis es basura. La gente se enoja mucho conmigo por escribir un libro pesimista pero no encuentro una solución. Lo que hablo en el libro (Crímenes de la razón) es que si usted decide hacer una sociedad basada en conocimiento, el conocimiento es el único valor y por tanto debe protegerlo. Su negocio no es enseñar, sino prevenir que se aprenda lo verdaderamente importante.

Los gobiernos tienen muchos intereses en la ciencia y existen secretos que responden a esos intereses. Si usted abre una revista científica y trata de leerla, usted no puede; si se esfuerza mucho y logra entender, finalmente se dará cuenta de que no hay nada. Ellos escriben complicado porque les conviene. Esto ocurre en sistemas donde la ciencia está envuelta en los negocios con intereses del gobierno.

¿La Internet juega un papel como democratizadora del conocimiento?

— La Internet es un cambio en la tecnología y en las comunicaciones: por ahí es más fácil empezar una revolución. Sin embargo, hay algo que me preocupa: en Internet cualquiera puede escribir y decir mentiras. El problema que percibo en la comunicación electrónica es que la información puede desaparecer. La información electrónica puede esfumarse con tocar un botón: esta prominencia del Internet no existe realmente.

La gran cantidad de información que aparece en el Internet hace que personas jóvenes entren en una confusión sobre lo que es verdadero y lo que no. El Internet suma un gran trabajo pues, con tanta información, no es una tarea fácil verificar qué es cierto.

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