¿Quién regula ese Son?

“…La corrupción pa-arriba  eh, ya ves, pa-rriba tú ves  y el peso que baja  eh, ya ves, pobre ni se ve  y la delincuencia 

“…La corrupción pa-arriba 
eh, ya ves, pa-rriba tú ves 
y el peso que baja 
eh, ya ves, pobre ni se ve 
y la delincuencia 
eh, ya ves, me pilló esta vez 
aquí no se cura 
eh, ya ves, ni un callo en el pie”. 
El costo de la vida” de Juan Luis Guerra.

 

Ante la llegada de los primeros aires navideños, la campaña política de la elección presidencial y la discusión acerca de la reforma fiscal, los medios de comunicación nos anunciaron la visita y presentación del cantautor dominicano Juan Luis Guerra. Esta noticia nos convocó para comprar las entradas y participar de tan emotivo encuentro, bailar y cantar al son de la salsa, merengue y bachata.

El día del concierto nos preparamos para llegar temprano al Estadio Nacional, con el propósito de dejar el carro en algún parqueo público y disfrutar con tranquilidad del espectáculo musical. De camino vamos repasando la letra de diferentes composiciones, escritas con tanta delicadeza y sentido poético por Juan Luis Guerra, como son: “Mi Bendición”, “La guagua”, “Las avispas”, “El costo de la vida”, entre otras.

Al llegar a los alrededores del Estadio comenzamos a ver decenas de personas haciendo fila para ingresar al recinto, así como diferentes hombres, con chalecos de rayas amarillas, señalando espacios donde estacionar los vehículos que ellos se ofrecen a cuidar. De igual manera, vemos rótulos que indican parqueos públicos, al ingresar a uno de estos estacionamientos, es decir, lote baldío, consultamos acerca del precio que cobran y, para nuestra sorpresa, nos indican que la tarifa es de diez mil colones, de acuerdo con la duración del concierto, se debe pagar al ingresar y no entregan recibo.

Ante nuestra sorpresa preguntamos acerca del motivo por el que no entregan recibo de cobro y nos indican que son “las órdenes del jefe”, jefe que no se encontraba presente o, al menos, no daba la cara para explicar la razón de sus  disposiciones. Para el momento de nuestro ingreso había alrededor de 30 carros en el lote y quedaba espacio, aproximadamente, para unos 30-40 carros más.

Esta realidad nos lleva a preguntarnos sobre las regulaciones que existen en nuestro país respecto al funcionamiento de los parqueos públicos y el control de la evasión fiscal que tanto se denuncia. Para nuestro pesar volvemos a la realidad de lo que sucede en nuestra querida Costa Rica, donde la alegría de dos horas no borra la pobreza, inequidad, abusos y corrupción que diariamente miramos a nuestro alrededor.

A pesar de que el Reglamento a la Ley Reguladora de Estacionamientos Públicos, No. 27789-MOPT, en el Artículo 6, Deberes de Información de Tarifas, señala: “Los estacionamientos públicos deberán colocar en un lugar visible para el usuario las tarifas”. En el “parqueo público” aludido no existía ni una ventanilla para cancelar la tarifa, ni mucho menos, la indicación de estas.

La Ley Reguladora de Estacionamientos Públicos, en el Artículo 20,  Impuestos, también señala: “Todas las tarifas deberán incluir el impuesto de ventas y los que la ley establezca. Únicamente las tarifas pactadas por períodos mensuales o mayores podrán cobrarse por anticipado”. No obstante, ante la falta de un recibo,  el usuario no cuenta con comprobante de pago ni el dueño del estacionamiento está en la obligación de cancelar los impuestos respectivos.

Nos preguntamos quién o quiénes tienen la responsabilidad de regular el Son que se presenta en los estacionamientos temporales y espacios de parqueo alrededor del Estadio Nacional, cada vez que llegan miles de personas a presenciar los conciertos y actividades deportivas. Tenemos nuestras respuestas, no obstante, le cedemos la palabra al Ministerio de Obras Públicas y Transportes, al Ministerio de Hacienda y al Ministerio de Economía, Industria y Comercio.

La experiencia vivida  nos impulsa a seguir con la apuesta, tal y como cerró Juan Luis Guerra su presentación, de “…ojalá que llueva café en el campo” y se fiscalice la tarifa de todos los parqueos públicos permanentes, así como temporales, y se detenga la evasión fiscal.

“…Pa que la realidad no se sufra tanto 
ojalá que llueva café en el campo 
pa que en Villa Hidalgo oigan este canto 
ojalá que llueva café en el campo 
pa que todos los niños canten este canto 
ojalá que llueva café en el campo” 
ojalá que llueva, ojalá que llueva, 
ojalá que llueva café en el campo”.

 

Ojalá que llueva café” de Juan Luis Guerra.

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