Gladys Reyes es una persona que emigró de su natal Nicaragua para buscar empleo en Costa Rica
El capital social genera capital económico. Entre más personas formen parte de una red laboral entre un país y otro, mayor probabilidad tendrán de conseguir un mejor trabajo.
Esta es una de las conclusiones de la tesis doctoral defendida por Dalia Borge Marín la semana anterior, titulada «Migraciones laborales nicaragüenses hacia Costa Rica: el análisis de las redes sociales y la formación de políticas públicas migratorias».
De los siete doctorados que ofrece la Universidad de Costa Rica, la de Borge fue la sétima tesis doctoral defendida en lo que va del año.
Según los datos ofrecidos durante la defensa del trabajo, de los 6 mil millones de habitantes del mundo, aproximadamente 150 millones son migrantes. En nuestro país ocho de cada cien lo son.
Las redes laborales de nicaragüenses en Costa Rica están formadas por cada los extranjeros que trabajan en el territorio nacional, y por las demás personas que le son conocidas, familiares, amigos. Entre ellas se establecen lazos de comunicación a manera de «teléfono chocho».
Su constitución es de gran importancia para la adecuada circulación de información a través de sus miembros y, en consecuencia, para que los migrantes consigan el mejor trabajo posible.La defensora de la tesis, quien también es profesora universitaria, rastreó la red formada por habitantes provenientes de Nancimí, un pueblo situado en Rivas, cerca de la frontera con Costa Rica.
En este caserío, la escasa oferta de trabajo y la poca cobertura del sistema de salud, les motiva a buscar otras opciones afuera, y nuestro país se les presenta como un destino deseado al ofrecer una mayor estabilidad laboral y un mejor sistema de salud y de educación.
Esto les lleva a asumir las consecuencias de migrar: desintegración familiar, separación de los seres queridos, los riesgos de enfrentarse a algo desconocido.
LAS REDES
Aquí es donde la red laboral entra en escena. Las personas familiares, amigas y amigas de las amigas que se encuentran en Costa Rica contribuyen con su experiencia en la búsqueda de trabajo para el miembro de la red que lo busque.
La persona interesada se sirve de los conocidos para enterarse de los lugares del país a los que conviene migrar, por condiciones sociales y laborales, y acerca de las empresas en las que conseguirá un mejor trabajo o una mejor paga.
Incluso los que forman parte de la red recomiendan a sus «primos» ante sus jefes para que les den el trabajo, los conozcan desde antes o no, pues esta recomendación es siempre de gran ayuda para obtener empleo. De esta forma, el capital social, concretado en solidaridad, genera capital económico.
La investigadora afirmó que las redes consolidadas, constituidas por personas que vienen en busca de una mejor calidad de vida, sostienen las migraciones.
La red citada se extiende desde Nancimí hasta Río Jiménez, cerca de Guácimo, en Limón. Casi la totalidad de los trabajos del área de servicios dentro de la red -hay dos excepciones- los ocupaban mujeres, mientras que la mayoría de los del sector agrícola los realizaban hombres, aunque en este último trabajan varias mujeres.
En su trabajo, Borges aboga por políticas públicas a favor de la población migrante, pues la interrelación económica beneficia a ambas regiones. Para ella, la discriminación hacia los nicaragüenses se presenta desde el lenguaje, pues mientras que a los provenientes de Nicaragua se les llama migrantes, a los demás extranjeros se les llama turistas, a pesar de que vengan en condición de migrantes.
El censo realizado en 2000 registró un total de 226. 374 nicaragüenses en el país, casi el 6% de la población nacional y el 76% del total de extranjeros. Por este motivo en el tema de la inmigración se debe ahondar mucho más, dijo Borges.
