Angus Deaton, nobel de Economía por sus estudios sobre consumo y pobreza

«El PIB pone el acento sobre la cantidad y no sobre la calidad. Es un indicador que corresponde al periodo productivista de los treinta gloriosos».

 

El británico-estadounidense Angus Deaton fue galardonado este lunes con el premio Nobel de Economía por sus estudios sobre consumo y pobreza, que pusieron el foco en el consumo concreto de los hogares y no en las grandes magnitudes.

«Para elaborar políticas económicas que promuevan el bienestar y reduzcan la pobreza, debemos comprender en primer lugar las opciones individuales de consumo. Angus Deaton, más que nadie, mejoró esta comprensión», explicó la Real Academia de Suecia de las Ciencias al anunciar el nombre del premiado.

Las investigaciones de Deaton, «al poner de relieve la relación entre las opciones individuales y sus efectos en el conjunto de la economía, contribuyeron a transformar la macroeconomía, la microeconomía y la economía del desarrollo», agregó el jurado de los Nobel.

El premiado, que trabaja en la universidad estadounidense de Princeton, fue informado a las 06H00 de Nueva Jersey (10H00 GMT) por el ritual golpe de teléfono de la Academia Sueca de Ciencias.

«No me desperté esta mañana pensando que recibiría una llamada telefónica (…) Sabía que mi nombre estaba en una lista en la cual hay muchos, por lo que nunca pensé que fuera algo probable», dijo en conferencia de prensa en su centro de enseñanza.

El laureado describe ampliamente la mejora del bienestar del Hombre desde el siglo XVIII. Para él, hay que disociar la acumulación de riqueza del nivel de actividad económica, medido en casi todo el planeta en términos del Producto Interior Bruto (PIB).

El economista dice que este indicador está «desfasado», aunque es privilegiado por gobiernos e instituciones.

«El PIB pone el acento sobre la cantidad y no sobre la calidad. Es un indicador que corresponde al periodo productivista de los treinta gloriosos (el periodo de posguerra)», y dice poco sobre el bienestar de las personas, estima el sociólogo francés Dominique Meda, miembro del Foro para Otros Indicadores Alternativos de Riqueza (FAIR).

Deaton, de 69 años, oriundo de Edimburgo (Escocia), ejerce desde 1993 como profesor de Economía y Asuntos Internacionales en Princeto

– Tres aportaciones – 

Su galardón, explicó el comité Nobel, es un reconocimiento a tres grandes aportaciones.

En los años 80, elaboró junto a su colega John Muellbauer el concepto «de sistema casi ideal de demanda» (AIDS, por sus siglas en inglés), que estudiaba el comportamiento de los consumidores.

En los 90, estudió el vínculo entre consumo e ingresos. Y posteriormente midió los estándares de vida y pobreza en países en desarrollo, mediante una metodología de encuestas en hogares.

Esa metodología permitió arrojar nueva luz sobre la relación entre ingresos e ingesta de calorías o sobre la discriminación de género en el seno de las familias.

Gracias a los trabajos de Deaton, «la economía del desarrollo pasó de ser un campo teórico de datos acumulados a un campo empírico, basado en datos individuales detallados», subrayó el jurado.

Es «un economista que mira con más detalle lo que consumen los hogares pobres para tener una mejor idea de su nivel de vida y de las posibilidades para el desarrollo económico. Él entiende profundamente las implicaciones del crecimiento, los beneficios de la modernidad y la política económica», dijo en su blog el académico Tyler Cowen.

– Un desarrollo desigual –

Deaton se muestra optimista respecto al progreso económico en el mundo. En su libro «The Great Escape» (La gran evasión), destaca los avances del bienestar, sobre todo en materia de longevidad y prosperidad.

Y en una videoconferencia de prensa a los periodistas que cubrían el anuncio del Nobel, reafirmó su convicción de que la pobreza seguiría retrocediendo.

«Preveo que seguirá disminuyendo. Pienso que hemos asistido a una notoria reducción en los últimos 20 a 30 años y mi expectativa es que continuará», declaró.

Admitió sin embargo que aún falta mucho por hacer, dada la existencia de 700 millones de personas que siguen viviendo en condiciones de extrema pobreza, según estadísticas del Banco Mundial.

La reducción de la pobreza debería por lo demás ser una respuesta, «aunque no a corto plazo», a la actual crisis de los refugiados, cuyas causas remontan a desequilibrios seculares.

«Lo que estamos viendo es el resultado de siglos de desarrollo desigual (…), que ha dejado a la zaga a una parte del mundo», afirmó.

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