Escritores, comerciantes y editores tenían una preocupación: que la Feria Internacional del Libro de Costa Rica (FILCR) 2015 sufriera un desenlace aparatoso como el que padeció el Festival Internacional de las Artes (FIA), cancelado a finales de abril por serios problemas de organización en el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ).
Sin embargo, esa sombra se disipó conforme miles de asistentes pasaban por los estantes preparados en la Antigua Aduana y mientras importantes referentes de la literatura de Centroamérica se presentaban ante un público voraz de lectura, del 18 al 27 de setiembre.
“Si uno compara la feria de este año con la edición pasada y, sobre todo, después de lo sucedido con el FIA, el balance es altamente positivo”, dijo el ilustrador Héctor Gamboa a la vez que algunas personas hojeaban su trabajo en el toldo de la editorial Mi jirafa y yo.
“Hubo una buena visitación; el principal factor es la entrada gratis”, afirmó Luis Bernal Montes de Oca, presidente de la Cámara Costarricense del Libro (CCL), principal organizador de la Feria. El MCJ ha sido coproductor de la actividad desde el 2013.
Tal y como sucedió el año pasado, los organizadores planearon que la FILCR del 2015 fuese durante la última semana de agosto. Las preocupaciones empezaron cuando el MCJ confirmó su participación y contrató a una productora de eventos (Jaguar Producciones) hasta finales de ese mismo mes, por lo que la actividad se pospuso para setiembre.
“El Ministerio tuvo traspiés aparte de la FILCR, pero tenían gente de lleno en la Feria desde meses atrás; la ministra [Sylvie Durán] lo procuró de esa manera”, aseguró Montes de Oca.
Por su parte, Alfredo Marín, miembro de la editorial de la Universidad Nacional (UNA), aclaró que su equipo no temía mayores problemas para esta ocasión. “Llevo 15 años de participar en la Feria del Libro, sé que hay mucha experiencia tras su organización”.
El Ministerio de Cultura estima que la Feria recibió a unos 66.000 visitantes, aunque los comerciantes indicaron que los fuertes aguaceros afectaron la asistencia. “Sin embargo, la feria se ha posicionado y el margen en las ventas continúa siendo alto”, dijo Marisela Mora, miembro de la Editorial Costa Rica.
Esteban Araya, administrador de la Librería Lehmann añadió: “La variación en las ventas puede estar en el cambio de fecha; el año pasado la Feria cayó en pago salarial. Eso cambia la disposición del cliente”. Entre la veintena de los expositores consultados por este diario, la totalidad sugirió ese mismo detalle.
Oferta mayor, invitado escurridizo
El invitado especial para el 2015 en la Feria Internacional del Libro fue Centroamérica, la cual pudo lucir su trabajo literario en un extenso itinerario de actividades, entre ellas una docena de lecturas de poesía, 39 charlas y conversatorios y medio centenar de presentaciones de libros.
Los expositores aumentaron sus listas de títulos a disposición del público, tanto en el edificio principal de la Aduana como en su contigua Casa del Cuño. Esto no impidió que los invitados especiales de la Feria tuviesen poca representación, criticaron referentes de las letras en Costa Rica.
“[Los organizadores] no lograron representar a las editoriales centroamericanas, casi no hubo ventas; no como cuando el invitado fue México. Claro, una cosa es el mercado mexicano y otra es el mercado centroamericano”, explicó Diego Jiménez, editor de la revista literaria Buensalvaje.
En el último día de la actividad, los puestos de exposición de Nicaragua, Guatemala y Honduras estaban vacíos; las editoriales invitadas se quedaron sin libros. “Se notó que la producción con los invitados se hizo con poca planificación o poco tiempo”, agregó Jiménez.
El escritor costarricense Warren Ulloa –quien presentó su nueva novela Elefantes de grafito− opinó que los organizadores de la FILCR debieron invitar más editoriales del istmo, y que estos debieron tener una mejor curaduría: “En cuanto a Centroamérica, la oferta era más específica, más aguda, en las librerías de la Casa del Cuño”, apuntó.
A pesar de eso, Ulloa no obvia las acciones de la cartera de Cultura y la presencia que procuró. “El Estado se sintió y los retos eran muchos. La posición fue positiva; creo que, en general, esta fue una feria muy ordenada”, aseveró.
Casa del Cuño reivindica su fuerza en la FILCR 2015
“Los libros centroamericanos están circulando acá. Me gusta que el peso centroamericano recaiga en las editoriales independientes”, comentó el vendedor Jochen Vivallo en el ajustado espacio que tenía la Librería Duluoz en la Casa del Cuño.
El edificio de vidrio que colinda con el edificio principal de la Antigua Aduana ha creado su propia marca en la Feria Internacional del Libro y, al parecer, el 2015 fue su mejor año.
Una oferta detallada, de alta calidad artesanal y con más debutantes por año son factores que crean un polo de atracción dentro de la misma actividad. “Ya hay gente del edificio principal que quiere pasarse a la Casa del Cuño, porque quiere ser vista como parte de esta comunidad”, dijo Vivallo.
Nuevos emprendimientos nacionales, como las editoriales Ambigú y Arlequín, se presentaron por primera vez con puestos individuales de exposición. “El ambiente para este tipo de proyectos es amigable. Como base para la literatura independiente, la Casa del Cuño mejoró substancialmente”, expresó Silvia Piranesi, autora en Ambigú.
Además, Catalina Cartagena, editora en Arlequín, recalcó el trabajo conjunto entre los organizadores de la FILCR y los expositores independientes. “La Feria cumplió con nuestras expectativas: vino bastante gente. Superamos nuestras previsiones de ventas”, agregó.
Librerías como Duluoz y Andante sobresalieron por los detalles puestos a sus catálogos, los cuales se estructuraron de acuerdo con los invitados especiales, los países centroamericanos. “Esta feria requirió una inversión mayor, con casi 900 títulos que significaron un aumento de 30% respecto a la oferta del año pasado”, aseguró Francisco Víctor, propietario de la Librería Andante.
A pesar de que algunas goteras caían sobre sus libros, Mariano Víquez, dueño de Libro Azul, decía estar feliz, pues esta fue la primera ocasión en que los negocios de libros usados como el suyo son incluidos en la FILCR. “La acogida fue buena por los precios bajos que manejamos; aunque el libro esté viejito, la gente lo aprecia”, externó el vendedor.
Víctor Hurtado, editor del suplemento cultural Áncora de La Nación, recalcó la importancia de tal inclusión. “Lo más novedoso de la Feria fue la antigüedad: los libros usados. La gente va a esas librerías para hallar un libro. Hallar es diferente que encontrar: uno encuentra lo que busca y halla lo que no busca. En las ventas de libros usados hay cosas inesperadas; tienen oportunidades únicas que, a veces, solo se ven una vez en la vida”.
Según expositores y visitantes, la Casa del Cuño deja de ser solamente una curiosidad; además de convertirse en un mercado cada vez más competitivo, también es una experiencia. “A pesar de que la cantidad de ejemplares por título puede ser poca, la cantidad de opciones es mucha”, concluyó Víquez.
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