Lía Bonilla el 21 de noviembre, día en que cumplió 92 años. (Foto: cortesía de Miguel Fajardo)
Para Lía Bonilla, Premio Nacional de Cultura Popular 2005, Costa Rica todavía desconoce el verdadero folclor que recoge el alma y el sentir del pueblo guanacasteco, y lo que se baila en el Valle Central, no siempre es muestra fiel de ese legado de su provincia.
Recientemente se editó el libro “Lía Bonilla, caminante de Guanacaste”, que recoge la vida y la obra de esta folclorista, quien a sus 92 años, vive frente al mar en Playas del Coco, Guanacaste.
El volumen, publicado por la Asociación para la Cultura de Liberia, con el apoyo de ICOMOS, fue escrito por el profesor Miguel Fajardo Korea y Mélida Obando Viales, y es un homenaje a la figura de Bonilla, pionera en la difusión de la danza y el folclor de su Guanacaste natal.
Compuesto por 11 capítulos, el libro aborda el aporte único e irrepetible que ha dado Bonilla al folclor guanacasteco, con su pasión por la danza, con sus investigaciones sobre el vestido en Costa Rica, lo cual plasmó a su vez, en su colección de muñecas que lucen trajes típicos de diferentes grupos étnicos de su tierra, como los sabaneros y los aborígenes.
Para Bonilla, quien goza de una extraordinaria memoria y cuenta que cuando joven se iba a contarle sus penas al mar —tras lo cual regresaba con una paz indescriptible, porque “el mar le servía como una medicina instantánea”—, está satisfecha con el libro, porque ahí se incluyen una serie de cuentos para niños que conservaba inéditos.
“Tengo, además, otra colección de cuentos que empecé a escribir hace como tres años. Un día llegó una profesora de la Universidad Nacional con un mensaje de Alfonso Chase para mí: ‘dice Alfonso que tiene que volver a escribir’. Y cuando me llegó con el mensaje como tres o cuatro fines de semana seguidos, me dije, bueno, voy a volver a escribir, y desde entonces estoy escribiendo”.
Sobre la situación del folclor, tema que ha investigado por más de medio siglo, asegura que los “cartagos”, nombre con que designa a los habitantes del Valle Central, han hecho una mala interpretación del folclor de su tierra, porque bailan ritmos que desconocen y que por lo tanto, no entienden o sienten.
“No pueden bailar e interpretar bien lo que no saben y eso es lo que le sucede a los cartagos. Al hacerlo así, yo siento que es un menosprecio a toda la provincia, que si se hubiera anexado a países tan nacionalistas como Honduras o Nicaragua, tendría un lugar de privilegio y no como nos sucede aquí a nosotros, que todavía nos ven como inferiores. Es decir, los del Valle Central se creen superiores a nosotros los guanacastecos, y desde luego que eso no es así, pero en el folclor se percibe”, dijo.
Con ese espíritu de mujer conversadora, alegre, retadora a ratos, Bonilla recibió el 21 de noviembre del año pasado, día en que cumplió 92 años, el libro que le dedicó la Asociación de la Cultura de Liberia.
“Estoy satisfecha con el libro. Y estoy contenta con lo que he hecho, porque pienso que ha sido útil y que servirá para el presente y para el futuro. He sido muy perfeccionista con lo que realizo en mi vida y con ese rigor lo hice en el folclor. Lástima que los cartagos (“vallecentralistas”) han hecho y desecho nuestro folclor”.
La queja de Bonilla se centra en que en el folclor difundido en Costa Rica, como auténtico de Guanacaste, se da la incorporación de elementos que no pertenecen a él, pero que se incluyen como sí los fueran, y ello ocurre, en su opinión, porque predomina un gran desconocimiento de los orígenes y raíces de lo que es ser guanacasteco, y del espíritu que prevalece en este pedazo de tierra que un 25 de julio de 1824, decidió anexarse a Costa Rica.
En el libro, que se puede adquirir en la Asociación para la Cultura de Liberia, se hace un recorrido tanto de la vida de Bonilla como de sus aportes a la danza y al folclor, y se recupera ese amplio aporte de esta maestra de escuela que se pensionó en 1957, debido a problemas con su visión.
La hija de Cleto Bonilla y Simona Chavarría se desarrolló en el ámbito de la danza y el folclor, pero ella hubiera querido, ante todo y sobre todo, ser violinista.
“Lo que más quería en la vida era ser música. Y llegué a dominar muy bien el violín, pero un día mi cuñado, con el que crecí, me dijo que no, que debía abandonarlo, y no tuve otro camino que hacerlo”.
Lía es hermana de Jesús Bonilla, creador de “Luna Liberiana”, entre otras composiciones, una pieza que lo hizo famoso y por la cual será recordado.
MERECIDO HOMENAJE
Mélida Obando Viales, coautora de “Lía Bonilla, caminante de Guanacaste”, afirma que la figura de Bonilla es digna de resaltarse, por cuanto ella fue pionera en la investigación y en el impulso del folclor, tarea que comenzó en 1956 y que la ubicó como una de las mejores y primeras folcloristas del país.
“Es muy importante destacar que hemos podido hacerle este homenaje a doña Lía en vida. Ella merece no solo este libro, sino otro centrado solo en sus vivencias”, sostuvo Obando.
Mientras tanto, Fajardo expresó que “uno de los aportes culturales decisivos de Lía Bonilla, fue la creación del “Conjunto Cultural Folclórico 25 de Julio”, con el cual se paseó por numerosos escenarios, durante 25 años, y llevó el mensaje artístico del más auténtico folclor costarricense, a latitudes nacionales e internacionales”.
Agregó que merece reconocimiento “su investigación sobre el vestido costarricense y la danza popular, sin olvidar su faceta como escritora, investigadora y tecnóloga de muñecas. Emociona entregar una nueva obra: la de una vida como un libro, la de un libro de toda una vida”.
Su obra sobre el vestido costarricense sigue inédita y en opinión de Fajardo, es una investigación que debería divulgarse.
Para Fajardo, quien ha seguido de cerca la obra y la vida de Bonilla, el valor del libro como texto documental radica en que en él “se incluye una sección de doce textos hasta hoy inéditos. Con dicho aporte se enriquece nuestra literatura infantil y Lía Bonilla se incorpora a nombres estelares de la narrativa guanacasteca como María Leal, Ofelia Gamboa o Amparo Vargas. Además, incluye un álbum fotográfico que registra imágenes de su obra cultural realizada a lo largo de 70 años”.
Bonilla reconoce que su niñez en el distrito de Pinilla, la marcó para siempre y de ahí atribuye la imaginación que hoy, ocho décadas después, alimenta sus creaciones.
“Yo tenía —recordó— una tremenda imaginación de niña, porque viví en un poblado donde había un pozo al que llegaban muchos animales. De ahí, yo cogí muchos temas que son los que trabajo hoy en día”. Para Fajardo, esta faceta de escritora de temas infantiles, tiene mucho mérito.
Puntualizó que a Bonilla se le ha de valorar en “su faceta como escritora de cuentos infantiles, como educadora, tecnóloga de muñecas, investigadora sobre la danza popular y el vestido costarricense, fundadora de diversos grupos y conjuntos de danza folclórica en instituciones de enseñanza, por su trabajo comunal, una sistematización de su pensamiento; su lucha por crear el Colegio de Folclore y de Artes en Guanacaste, su sueño por crear el museo del vestido costarricense en miniatura”.
En muchas tardes, de este verano inclemente, Lía Bonilla, a sus 92 años, se sienta frente al mar al que, como un viejo amigo, le cuenta sus vivencias, sus danzas, sus sueños, y deja que su imaginación vuele libremente, como cuando corría de niña por los campos de su infancia.