Helio Gallardo, profesor y escritor:

“Lo que hago podría hacerlo cualquiera con voluntad de escuchar”

El relato bíblico de la Torre de Babel cuenta que los hombres decidieron construir una ciudad en forma arquitectónica de torre para llegar los cielos

El relato bíblico de la Torre de Babel cuenta que los hombres decidieron construir una ciudad en forma arquitectónica de torre para llegar a los cielos. Sin embargo, Yavé, el dios hebreo, se sintió desafiado y propuso confundir a los humanos dándoles lenguas diversas, para que no pudieran cumplir ese cometido.

Frente a un auditorio lleno de estudiantes, profesores e interesados en su obra, el analista social y profesor de filosofía en la Universidad de Costa Rica (UCR), Helio Gallardo presentó su nuevo libro América Latina: producir la Torre de Babel.

La discusión sobre el texto, organizada por la Escuela de Filosofía de la UCR y la Editorial Arlekín, se llevó a cabo el pasado 6 de noviembre en el auditorio Roberto Murillo, donde UNIVERSIDAD aprovechó la ocasión para conversar con él sobre su libro.

¿Por qué usar la metáfora del mito bíblico de la Torre de Babel para pensar América Latina?

−En realidad, la Torre de Babel se refiere a la ciudad donde estaría la Torre de Babel. Quiere decir que el mito hebreo trata el tema de la coexistencia de la comunidad y del orden político. Ese relato de lo que habla es de la convivencia ciudadana y a eso es a lo que se opone el Dios hebreo. Se trata de un mito de identidad hebrea muy torpe, pero legítimo, que dice que los seres humanos diversos no pueden trabajar juntos, no pueden realizar un proyecto común; si esa no es una imagen de la América Latina oligárquica, entonces no se cuál será la imagen. En América Latina es muy difícil lograr emprendimientos comunes y no porque se oponga Dios, sino porque hay una estructura social, cultural y política que no permite que los latinoamericanos aprendan a escuchar, a hablar y a sentarse sinceramente a debatir. En otras palabras, en América Latina nunca hemos sido capaces de producir una Torre de Babel.

En otra entrevista, usted dijo que todos los textos son discusiones. ¿Cuáles son las discusiones centrales de este libro?

−El tema central del libro es el de los universalismos falsos, que hacen que la gente no se escuche a sí misma, ni colabore en emprendimientos comunes donde puede haber diferencias. Estos universalismos no están solo en América Latina, sino en todo el mundo, y solo sirven para ocultar o patentizar intereses particulares que se proponen como universales.

Necesitamos aprender que la especie humana es biológicamente una, pero es cultural y políticamente diversa; si queremos conservarla, tenemos que aprender a sentarnos a conversar y hacer cosas comunes entre diversas culturas y entre distintos sectores sociales. En este sentido, este libro discute con los falsos universalismos y se interesa en las posibilidades que tienen los seres humanos para producir emprendimientos colectivos, a partir de procesos comunicativos entre diversos.

Ahora que menciona el tema de los emprendimientos colectivos, ¿cuáles son los desafíos que enfrentan estos emprendimientos en el caso concreto de América Latina?

−Los principales desafíos son los de las trayectorias sociohistóricas. Esto quiere decir que no hemos superado las desagregaciones de la colonia, el naturalismo católico, no hemos tenido revoluciones políticas en un sentido estricto; lo que más se acerca a esto es Cuba, aunque no estoy diciendo que Cuba sea el ejemplo. Los latinoamericanos no hemos realizado un esfuerzo por crecer humanamente dentro de nuestras posibilidades. Entonces seguimos siendo, a inicios del siglo XXI, sociedades profundamente desagregadas, donde nuestra identidad no está ligada a la producción común de una nación.

Algo que caracteriza su obra ensayística es que no pierde vitalidad a lo largo de los años. ¿A qué atribuye esa vitalidad?

−No sé si estoy de acuerdo con lo que tú dices, pero no te voy a llevar la contraria. Lo que ocurre es lo siguiente: yo tuve mucha suerte, pues mi trabajo no ha estado vinculado únicamente con las universidades. Cuando llegué a Costa Rica, fui recibido por el Departamento Ecuménico de Investigaciones Sociales y me contrataron para que viajara y diera unos talleres sobre América Latina a sectores populares latinoamericanos. Lo mejor de mi literatura tiene que ver con esas experiencias prácticas y no con grandes cuestiones analíticas; es decir, intenta serle útil a la gente. Pero lo que yo hago lo podría hacer cualquiera si tuviera la voluntad de escuchar a la gente.

¿Qué tiene este libro de específico que lo diferencia de otros trabajos suyos recientes?

−Este libro es sobre todo un diálogo que brinda elementos para pensar temas y cosas. Yo no tengo respuestas absolutas, pero sí elementos para pensar temas como la interdisciplinariedad por un lado, y la sexualidad, el trabajo, la familia o la religión desde la perspectiva de la autoproducción humana, por el otro. Este libro elige ciertos temas, para mostrar cómo las producciones humanas separan, en lugar de articular a la gente.

Y en cuanto al interlocutor, ¿a quién va dirigido este libro, para quién está escrito?

−En realidad, yo no pienso para quién está dirigido lo que escribo, porque los lectores son una abstracción. Este texto surgió de un curso de antropología para teólogos que tuve que dar en la UNA, pero el antecedente es un texto que aquí no se conoce y que se llama Habitar la Tierra, el cual se construyó a partir de experiencias de talleres en México, en Colombia, en Ecuador, etc.

También hay una versión ganadora del Premio Aquileo J. Echeverría del año 2013….

−Sí, en realidad no tenía idea de que había ganado el premio. Fue Luis Chaves quien me llamó y me dijo que lo había ganado.

El libro premiado es un texto dirigido a profesores y estudiantes de la carrera de teología de la UNED, gente muy hermosa que muchas veces no tiene acceso a bibliotecas o que no tiene las posibilidades de dedicarle tiempo a la lectura, pues tienen su familias, sus empleos, etc. Es un libro didáctico, con ejercicios y preguntas; no trae evaluación eso sí, porque no hago evaluaciones del tipo ordinario. Después pensé que este tema de la autoproducción humana es importante y quise revisarlo y publicarlo, ya no solo para la gente de la UNED, sino para cualquiera que esté interesado en pensar estos temas.

Usted dedica el libro a la memoria de Juan Guillermo Meléndez Umaña, compañero suyo en el DEI. ¿Por qué esa dedicatoria?

−Juan Guillermo era el corrector de pruebas de la editorial del DEI. Dentro del equipo editorial estaban Carlos Aguilar, que después fundó “Perro Azul”, y Guillermo Meléndez, que era un gran corrector de textos bíblicos. Era un equipo pequeño, pero la proyección era grande.

En ese tiempo, cuando yo era director del DEI, a alguien se le ocurrió decir que el equipo editorial producía un déficit para el Departamento y decidieron echar a Carlos Aguilar. Era inaudito, yo no estaba de acuerdo, así que dije que si echaban a uno los tenían que echar a todos. Pensé que eso los iba a hacer desistir, pero no; terminamos echándolos a todos. Entonces echamos a Guillermo y me quedé con ese remordimiento. Guillermo murió y lo enterraron sin que yo me enterara; fue una persona muy noble, una bellísima persona. Usualmente yo le dedico a alguien el libro y en este caso me pareció que él era el más indicado, puesto que es un libro que a él le habría gustado.

 

Los libros también tienen una historia

En el año 2013, Helio Gallardo recibió el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en la categoría “Libro no ubicable”, por su texto Antropología. La autoproducción humana (EUNED).

El libro, en su momento, fue solicitado por las autoridades universitarias de la carrera de Teología de la UNED para que fuera parte de su programa de estudios.

Recientemente, con un tono menos didáctico, revisado y ampliado, la Editorial Arlekín publicó una nueva versión bajo el título América Latina: producir la Torre de Babel.

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