San Ramón de Alajuela

Susan Campos, musicóloga de la UCR: “Nadie te puede quitar el derecho a crear”

La compositora y musicóloga Susan Campos ha estrenado sus obras en festivales de música experimental en Nueva York y Canadá

“Algunos colegas me critican porque dicen que soy dispersa”, confiesa la compositora y musicóloga Susan Campos. “Lo que pasa es que soy trans-in-disciplinada”, remata con una risa irónica.

Su estilo y presencia no la dejan mentir. En sus trabajos combina el butoh con la ruralidad, la poesía de Tom Waits con el “noise”, el minimalismo con la extravagancia.

La música y la filosofía son sus verdaderas pasiones. Y más que competir, esta combinación carga sus obras musicales de una riqueza conceptual que refresca y diversifica la creación sonora. A la vez, le devuelve a la música y las artes ese momento de reflexión tan necesario.

UNIVERSIDAD conversó con esta destacada compositora, musicóloga y profesora de la Universidad de Costa Rica, antes de que partiera rumbo a Canadá.

Esta imagen del compositor o compositora encerrado en una habitación oscura, componiendo por inspiración, ha quedado atrás. ¿Cómo ha cambiado en el tiempo el oficio del compositor?

−La idea de compositor como la persona que tiene la verdad última sobre una obra es en realidad una herencia del siglo XIX, con la figura de Beethoven, a la cual se le suman los relatos de las jóvenes promesas y los niños genios, como el estereotipo de Mozart. Fueron estereotipos que otros compositores quisieron replicar y que de alguna manera la historia de la música occidental ha legitimado a través de la continua repetición. En América Latina seguimos reproduciendo ese modelo, bajo el concepto del conservatorio, donde existe una carrera y la gente que estudia eso es un compositor. Ahora la gente que estudia eso se forma con todos estos “cánones”, donde los compositores son como una especie de deidad en el universo de la música… y, ojo, estoy diciendo hombres, pues las mujeres han sido sacadas de ese “canon”.

Festival de Música Experimental 'Cassete' en Canadá

La destacada musicóloga y compositora costarricense Susan Campos estrenó dos obras en el “Queens New Music Festival” y en el “Art Directors Club”, ambos en Nueva York, a finales de mayo.

De igual manera, a inicios de este mes de junio estuvo impartiendo talleres en el Festival de Música Experimental “Casse-Tete” en Canadá, conocido por ser cuna del free jazz, minimalismo, postrock y otros géneros.

Allí presentó su obra “Profecía de los trenes y almendros muertos”, inspirada en el poeta turrialbeño Marco Aguilar, interpretada por José Delgado Guevara en la viola e Indra Egan en el piano.

Entonces ¿en qué queda la composición?

−Si no quiero graduarme de composición en una universidad, si no necesito saber escribir música, si lo que hago es crear a través de un lenguaje simbólico sonoro, ¿cómo me llamo?

Se han utilizado otros términos como arte sonoro, creadores sonoros; pero, claro, la idea de compositor académico sigue siendo una idea muy del siglo XIX. Tanto que los compositores todavía se pelean por ver quién estrenó la sinfonía, quién estrena un concierto.

 

¿Dónde se ubica Susan Campos dentro de todo esto?

−Primero soy mujer; eso me excluye del canon, no entro en ese club tan selecto de compositores nacionales. Tampoco soy graduada en composición, no entro en el club de las compositoras que se han licenciado en composición. Trabajo mucho con gente del ámbito experimental como los noisers, la gente que hace música electroacústica, que también los excluyen. Para mí, la creación sonora tiene que implosionar, y tenemos que aceptar que todo este discurso de élite, de clase y de canon sirve para legitimar discursos de poder que no tienen que ver con el arte. La creación es algo que le corresponde al individuo. Nadie te puede quitar el derecho a crear.

El discurso de élite, de clase y de canon sirve para legitimar discursos de poder que no tienen que ver con el arteSusan Campos | Musicóloga

¿Fue en España donde empezaste a presentar tus composiciones?

−Cuando estuve viviendo en España y me moví en círculos de la Asociación de Compositoras de España, en Matadero Madrid, la Asociación de Artistas Sonoros Españoles, empecé a sacar mis creaciones. Me di cuenta de que a mí no me interesaba hacer una sinfonía. Pero si quería ser compositora en Costa Rica tenía que ser así. Defiendo que en realidad lo que importa es que tengás una propuesta conceptual coherente y que tengás un trabajo válido a nivel técnico.

Sos una persona muy cosmopolita, pero no renunciás a tu tierra natal Turrialba. ¿Cómo dialogan en vos esos mundos?

−Para mí, los discursos nacionalistas no tienen valor. Como artista no me interesa. Cuando compongo algo, quiero que sea una obra igualmente válida en Berlín, en París, en Nueva York, en Buenos Aires y en San José. No quiero que digan: es una compositora de Costa Rica, o es latina. Me siento ciudadana del mundo. Soy Susan Campos. También soy de Turrialba y, cuando paseo por ese lugar y contemplo sus ruinas, veo un gran valor estético, veo una fuente de conocimiento de la dualidad del mundo. Tuve la oportunidad de sumar a mi equipo a un artista sonoro de Turrialba (Alejandro Sánchez) y a una artista visual también de Turrialba (Catalina Barrantes). Vivimos en Turrialba. No estamos en la gran capital del mundo, pero nuestro trabajo se va a estrenar en festivales de música experimental en Nueva York y Canadá.

¿Sentís que esa es tu apuesta principal, el concepto de tus obras?

−Sí, definitivamente. Ahora en Canadá voy a dar un taller de experimentación sonora, partiendo del concepto de la nada…

Tu trabajo es muy “trans-in-disciplinado”. ¿Cómo potenciás esta apertura disciplinar a la creación y experimentación artística?

−Rompe un poco las barreras de poder. Ya no tiene que haber una verdad única que la hace un creador único. Yo escribo una partitura, genero el concepto y luego me siento con los colaboradores y dialogo con ellos: “Miren, chicos, esta es una idea que he venido trabajando”.

Para nosotros no es una cuestión de quién va a firmar la obra, sino qué es lo que la obra puede proponer como diálogoSusan Campos | Musicóloga

Para nosotros no es una cuestión de quién va a firmar la obra, sino qué es lo que la obra puede proponer como diálogo y como experiencia a quienes se acerquen a ella; porque de nada sirve que compongás, publiqués o presentés si no genera ningún movimiento en tu sociedad. Quiero lanzar una roca al agua y ver qué sucede. Para mí, hacer una obra para que se interprete, que la gente la aplauda y se vaya a sus casas… mira, mejor no hago nada. Quiero hacer una obra que haga a la gente cuestionarse, quiero componer música que sea capaz de generar experiencias para las personas, en todos los sentidos. Por eso la transdiciplinariedad es tan importante.

Por ser mujer no entrás en el canon. Por no haber estudiado composición no entrás en el canon y por tus estilos musicales no entrás en el canon. Uno de esos estilos es el noise. ¿En qué momento se inmiscuye el ruido en la música?

−El ruido tiene un correlato ya en la música occidental, vinculado con la disonancia. Cuando se hacen los primeros tratados de armonía se crean las categorías de sonidos consonantes y disonantes. El ruido también forma parte de los sonidos no determinados, como la percusión. En realidad lo que hacen los noise hoy en día es muy similar a lo que hacían los futuristas en el siglo XX: tiene que ver con la máquina y el movimiento. Se convierten en alegorías del proceso de industrialización. Lo que define al noise no es ni el ruido ni la forma aleatoria, sino el ritual que ofrece. Es muy ceremonial. Tenemos que darnos cuenta que hoy componemos o creamos sonoramente en perspectiva histórica; eso no solo a nivel técnico, sino también de la dinámica que se va a generar en las personas que participan en la creación.

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