- Después de 10 años de que el Deportivo Saprissa jugara el Mundial de Clubes de Japón 2005, “Porritas”, portero y capitán del equipo en aquel entonces, hace un recuento de las principales anécdotas de aquel diciembre en tierras asiáticas.
Cuando el calendario marque el 12 de diciembre, se cumplirán 10 años del primer partido del Deportivo Saprissa en el Mundial de Clubes de Japón 2005. Los morados jugaron en el invierno de aquel año tres partidos y, tras ellos, alcanzaron el tercer lugar en la competencia: la mejor participación de un equipo de la Concacaf en ella y la única de un equipo no mexicano.
Una de las figuras que destacó en aquella presentación en Tokio y en su proceso de clasificación para dicho mundial fue José Francisco Porras, entonces portero y capitán del equipo morado. El hombre de un metro ochenta y cuatro centímetros, hoy encargado de logística del equipo tibaseño, hace un repaso sobre una de las historias más emblemáticas de fútbol de clubes a nivel nacional, una de la que él fue protagonista.
Saprissa llegó al Mundial de Clubes tras ganar la Copa de Campeones de la Concacaf en 2005. “Fue súper emocionante. Sabíamos que estábamos alcanzando algo importante, pero por la adrenalina no te dabas cuenta en el momento de la importancia que tenía. Será que te concentrás y compenetrás tanto en que hay que ganar, porque en Saprissa siempre hay que hacerlo, que sin importar contra quién o lo que se esté jugando eso es lo único que te importa”, relata.
“Hasta después, cuando ya se baja toda la adrenalina y entrás en completa razón y lo podés analizar, notás que significa mucho. Significó muchísimo para el equipo porque le dio el pase al Mundial de Clubes”.
En diciembre de 2005, ¿con qué expectativas salía el equipo a Japón tomando en cuenta que a varios contrincantes no se les conocía?
–Fue difícil. Al Liverpool y São Paulo los conocíamos porque eran “fútbol internacional”. Contra el Sydney, el Al Ahly y Al Ittihad no sabíamos a qué nos íbamos a enfrentar, pero una de las virtudes que tuvo el equipo fue que, además de contar con muy buenos jugadores y de tener un cuerpo técnico que era muy competitivo, conformábamos un muy buen equipo, confiábamos muchísimo en lo nuestro y teníamos hambre de más.
¿Cómo recuerda el gol de Bolaños con el que ganaron al Sydney en el primer partido?
–Cuando cayó el gol fue una alegría enorme, todos fuimos a celebrar, a festejar y notamos en Bolaños la emoción de haber anotado, sabíamos que tenía relación con el fallecimiento de su papá. Cuando todos corrimos (en la celebración del gol), lógicamente, fue una enorme alegría porque íbamos con muchas expectativas, pero no sabíamos con qué nos íbamos a encontrar, no conocíamos a todos los rivales, pero teníamos la confianza que de que podíamos ir más allá del primer partido.
En semifinales, y tras superar los cuartos de final, ¿ganaban los nervios o la emoción de enfrentar al campeón de la Champions (el Liverpool)?
–Terminado el partido ante el Sydney yo no fui al camerino, porque me llevaron al dopping, pero me contaron que algunos lloraban de la emoción. Todos teníamos motivaciones diferentes; algunos pensábamos en nuestras familias y en nuestros hijos, otros pensaban en dólares porque también nos ganábamos algún dinerillo… Pero la motivación estaba.
En los goles que le anotaron jugadores de la talla de Steven Gerard y Peter Crouch, ¿sintió que pudo hacer algo más en alguno de ellos?
–No, creo que no. El primero es de Crouch de bolea y lo tira al palo izquierdo. El segundo fue un contragolpe y Gerard definió hacia el palo izquierdo, también. En el tercero, la bola le picó muy rápido a “Corde” (Víctor Cordero) cuando quiere despejar y Crouch me enfrenta solo. Es interesante, porque yo nunca pienso en esto y no tenía idea de que me acordara de tanto.
Hablando de ese partido, ¿cómo lo recuerda?
–Fue un partido muy bonito, una experiencia lindísima luchar contra el campeón de Europa. Me parece que el puesto que alcanzamos (a pesar de haber perdido ese partido) fue sumamente valioso.
¿Estaba para más Saprissa en ese partido?
–Lamentablemente creo que nosotros estábamos para más, pero no lo aprovechamos. Hay una de “Sabo” (Álvaro Saborío) que no logró definir y que nos hubiera metido en el partido, pero no salió. Si nosotros hubiéramos aguantado un poco más antes de que nos anotaran lo hubiéramos hecho mejor, hubiéramos dado una mejor pelea.
Perdida la semifinal, ¿Qué representaba para el equipo jugarse el tercer lugar en un Mundial de Clubes?
–Lo veíamos como otra final. A pesar de que sabíamos las diferencias enormes entre un equipo europeo y uno centroamericano, teníamos el sueño de luchar contra el Liverpool para llegar a la final, sin embargo, esa semifinal fue muy diferente a como la habíamos imaginado y perdimos; pero más que desmotivarnos, sentíamos el deseo y la motivación para ir a reponernos de lo que había sucedido en ese partido y tratar de alcanzar ese tercer lugar… Por dicha, así fue.
En el partido por el tercer lugar, le meten un gol de penal, ¿le quedó la espinita de no atajar ese segundo gol de los asiáticos?
–Claro que sí, queda uno “picado” de no atajarlo. Es más, ese penal creo que lo repiten (Porras lo atajó en primera instancia, pero el árbitro señaló que se debía lanzar de nuevo). En la segunda ocasión, creo que le fui al balón, pero sí, claro que quedé “con la espinita”, no pude.
¿Cómo vivió el gol de “La Bala” Gómez con el que alcanzan el tercer lugar?
–Fue un golazo, el portero ni la vio pasar y fue muy emocionante porque ya era el cierre del partido. Sentíamos que nos habíamos echado el partido a la bolsa. Ver a todos corriendo, creo que ha sido de las cosas más emocionantes que viví.
Ya en diciembre habrán pasado diez años de ese gol, ¿qué valor le daría en este momento?
–Ese gol es parte del prestigio de una institución, es uno de los trofeos que forman parte del prestigio de una institución. Los triunfos de un equipo son su marca de reconocimiento. El mejor tesoro que tiene una institución deportiva es su propia historia, el presente es lo que usted firma para dejar escrita su historia.
0 comments