Para el multimillonario norteamericano de origen húngaro, George Soros, es necesaria una compleja política de alianza de Estados Unidos con China, para evitar una nueva guerra mundial.
Se puede traducir así: ¿Cómo ha llegado el mundo a este estado caótico en que está?, la pregunta que se hace el multimillonario norteamericano de origen húngaro, George Soros, en un reciente artículo publicado en The New York Review of Books (“How did we reach this point of global disorder?”).
El artículo propone una compleja política de alianza de Estados Unidos con China para evitar una nueva guerra mundial, pero es quizás en su análisis del estado actual de las relaciones internacionales, donde está su riqueza mayor y que se resume en la pregunta que da título a este artículo: “¿Cómo ha llegado el mundo a este estado caótico en que está?”.
Soros presenta el escenario desde su perspectiva y reparte culpas según su visión, el resultado es la constatación de que “los conflictos locales supuran y se multiplican”, “la cooperación internacional decae, tanto en la esfera política como financiera” y “en todas las áreas los intereses nacionales, sectarios, de negocios y otros, adquieren mayor importancia que el interés común. Una tendencia que ha llegado a un punto en el cual, en vez de orden global, tenemos que hablar de desorden global”, afirma Soros.
El escenario difícilmente puede ser más sombrío: “Los conflictos armados han proliferado y extendido desde el Oriente Medio a otras partes de Asia, África e, incluso, Europa”.
En opinión de Soros, la crisis siria se agravó “cuando la Rusia de Putin y el Gobierno de Irán salieron a rescatar el gobierno de Bashar al-Assad”, no cuando Estados Unidos y los países europeos salieron a respaldar el levantamiento de los rebeldes contra el gobierno sirio, alimentando un conflicto cuyas consecuencias se hacen sentir en toda la región, con sus millones de muertos y desplazados presionando las fronteras, sobre todo con Turquía e Irak.
El fracaso de la política norteamericana en Siria fue señalado por otro analista, el fundador y presidente de la empresa Stratfor, George Friedman. En un artículo sobre la situación en Oriente Medio (“A net assessment of the Middle East”), Friedman reconoce que en ese país, donde “el gobierno confrontaba diversas fuerzas seculares y religiosas, pero no extremistas, junto con el emergente Estado Islámico, Estados Unidos fue incapaz de unificar las divididas fuerzas no pertenecientes al Estado Islámico, para conformar una fuerza estratégica efectiva”.
Pero lo cierto es que lo intentó y eso fue lo que agravó la crisis y no la intervención de la Rusia de Putin o del Gobierno de Irán, como lo señala Soros.
El escenario regional que describe Soros incluye el aporte de lo que llamó “capital semilla”, puesto por Arabia Saudita para crear el ejército islámico (ISIS); el apoyo de Irán a la rebelión Houti en Yemen, como respuesta a los sauditas; y la iniciativa del primer ministro israelí, Bibi Netanyahu, que trató de poner el Congreso de Estados Unidos en contra del acuerdo nuclear que el Presidente Barack Obama negoció con Teherán.
Luego, los conflictos armados proliferaron y se expandieron por la región, tanto hacia el este, hacia Turquía y Afganistán, como hacia el norte de África, donde la inestabilidad se extiende desde Egipto hasta Libia, Túnez y Argelia.
Soros privilegia, sin embargo, la anexión de Crimea por Moscú, como factor de desestabilización de la política internacional. Anexando Crimea y estableciendo enclaves separatistas en Ucrania –afirma– Putin “desafió tanto el orden mundial actual, sustentado por las potencias occidentales, como los valores y principios sobre los cuales fue fundada la Unión Europea (UE)”.
Eso sí, los desafíos para la UE son mucho mayores, según Soros. Si bien, en su opinión, ha podido ir atendiendo las crisis financiera y política por las que ha atravesado, la UE “enfrenta ahora no una, sino cinco crisis: Rusia, Ucrania, Grecia, inmigración y el anunciado referendo británico sobre su pertenencia a la UE”. El resultado es que “la propia supervivencia de la UE está en peligro”.
No obstante, no hay ninguna mención a los avances de la UE y, sobre todo, de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) –el organismo militar por excelencia del periodo de la Guerra Fría, cuando Europa y Estados Unidos se enfrentaban a la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia– hacia el este, hasta llegar a las puertas mismas de Moscú. De Kiev a la capital rusa hay apenas 850 kilómetros y hoy es bien conocida la intervención occidental en el derrocamiento del anterior gobierno prorruso de Ucrania.
Europa enfrenta, además, la reciente crisis griega, en pleno desarrollo, pero también la presión migratoria, consecuencia del empobrecimiento de los países africanos y del desorden político en el norte de África. Las sorprendentes imágenes de miles de personas tratando de cruzar el eurotúnel entre Francia e Inglaterra son quizás las más desconcertantes, un desafío que parecía afectar, hasta ahora, principalmente a los países mediterráneos.
Fracaso militar
Soros reconoce que, en 1997, aun bajo la presidencia de Bill Clinton (1993-2001), el grupo de neoconservadores defendió la idea de que Estados Unidos debía usar su supremacía militar e imponer lo que consideraban sus intereses nacionales. Para defender su propuesta crearon el llamado “Proyecto para un nuevo siglo norteamericano”, orientado a promover el liderazgo global del país para enfrentar los problemas mundiales. Eso –opinó Soros– “es una propuesta equivocada: la fuerza militar no puede ser usada para gobernar el mundo”, y recordó que ese proyecto norteamericano duró más o menos lo mismo que la propuesta de Hitler de crear un Reich que duraría un siglo: cerca de diez años.
Cuando el imperio soviético se derrumbó, “Estados Unidos tuvo la oportunidad de transformarse en la única superpotencia” del mundo, en el “garante de la paz mundial”. Pero las cosas no ocurrieron así, reconoce Soros. Estados Unidos “no fue capaz de lograrlo”.
En su criterio, el impedimento fue la fundación de Estados Unidos “sobre el principio de la libertad individual y que no estaba predispuesto a transformarse en policía del mundo”.
A esa crisis política se suma la financiera. La gobernabilidad internacional es también frágil, sostiene Soros. “El mundo puede dividirse en dos campos rivales, tanto financiero como político”. Las instituciones de Bretton Woods –tanto el Banco Mundial como el Fondo Monetario Internacional– han perdido su posición monopólica, mientras que “China ha comenzado a construir una serie de institucionales financieras paralelas”.
El “Consenso de Washington”, promovido durante la presidencia de Ronald Reagan en Estados Unidos y el gobierno de Margaret Thatcher en Gran Bretaña, impuso el libre comercio y la globalización de los mercados financieros como receta del desarrollo. El resultado fue que, en vez de promover “un equilibro general que asegurara una óptima asignación de recursos, produjeron una crisis financiera”, como la que estalló en el 2008. “Fue el triunfo del fundamentalismo de mercado”, dice Soros, responsable también de la crisis del euro.
La conclusión es que “como las potencia occidentales son la base del actual orden mundial, al decaer su influencia se creó una vacío de poder” que afecta la gobernabilidad internacional.
Para enfrentar esa situación, Soros propone un acercamiento entre Washington y Beijing. El gobierno de Estados Unidos –advierte– tiene poco que ganar y mucho que perder si considera la relación con China como un juego de “suma cero”; es decir, lo que uno gana el otro lo pierde.
Si este criterio prevaleciera –agrega– si Washington bloquea las propuestas chinas, la empujaría a una alianza con Rusia, no solo financiera, sino también política y militar.
“En este caso, si el conflicto externo escalara hacia una confrontación militar con un aliado de los Estados Unidos como Japón, no es exagerado decir que podríamos estar en el umbral de una tercera guerra mundial”.
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