Rafael Correa logró consolidar su posición al frente del gobierno de Ecuador, con un sólido triunfo electoral el pasado domingo, 26 de abril, el cual le garantizó la presidencia de la República por otros cuatro años y la mayoría en la Asamblea Legislativa.
Las elecciones pusieron fin a una etapa en la que Correa promovió una profunda reforma política en el país, consagrada en una nueva constitución que se aprobó en las urnas el 28 de septiembre del año pasado con más de 60% de los votos.
Desde 1979, nadie conseguía triunfar en la primera ronda electoral en Ecuador. Para eso, el candidato ganador debía conseguir más de la mitad de los votos o, por lo menos 40%, siempre que tuviera una ventaja superior al 10% sobre el segundo lugar.
Si bien no se contaba todavía con los resultados finales, con 77% de los votos escrutados Correa obtenía casi el 52% y una estimación provisional de 62 diputados, en una Asamblea de 124 miembros. De todos modos, podría contar con cerca de 15 votos más en la Asamblea por parte de partidos que han estado cercanos a sus propuestas de reformas políticas.
REFORMAS RADICALES
Correa inicia su nuevo mandato en un escenario completamente diferente del que se presentaba hace dos años. Desde entonces, la crisis económica se ha extendido por todo el mundo, sin que se vislumbre aún su alcance y profundidad.
Por otro lado, y probablemente como consecuencia de esa crisis, la administración Bush ha sido reemplazada, en Washington, por la de Barack Obama, de signo muy distinto a la de su predecesor.
En una conferencia de prensa con medios extranjeros, en Quito, Correa prometió ser “más radical que nunca” y aseguró que ahondará las medidas que ha venido tomando hasta ahora. Este triunfo, afirmó, “es un espaldarazo al proyecto político del socialismo del siglo XXI a nivel nacional y regional”.
Correa ha denunciado las consecuencias del modelo neoliberal privatizador y desde que asumió el poder adoptó diversas medidas para restablecer el papel del Estado, revisar los compromisos financieros asumidos con el exterior, las concesiones petroleras y promover un programa social que atienda las demandas de una población empobrecida, que vive en una economía dolarizada.
En vísperas de los comicios, Correa rechazó la posibilidad de un tratado de libre comercio con Estados Unidos. «¡Cuidado nos destrozan la agricultura! ¡Cuidado nos meten un tratado de libre comercio! ¡Cuidado vienen con cuentos de libre mercado!», afirmó.
PRAGMATISMO
En un análisis de los comicios, el sociólogo Decio Machado destacó las políticas impulsadas por Correa “bajo la lógica del Estado como uno de los motores fundamentales de la economía y la reinstitucionalización de un Estado desaparecido tras los abominables años de la ‘larga y triste noche neoliberal’. ¿Es que acaso este proceso en sí mismo no es radical y revolucionario en una realidad histórica como la del Ecuador?”, se preguntó.
Machado se refirió a lo que calificó de “enorme dosis de pragmatismo del presidente Correa, muchas veces confundida por la izquierda externa al gobierno”. En su opinión, ese pragmatismo “es fundamental para que este país, empobrecido, subdesarrollado, dolarizado y entregado durante decenios de años a una oligarquía tremendamente rancia e intelectualmente pobre, al igual que al poder del capital extranjero, pueda convertir en realidad el proyecto de transformación social que la Revolución Ciudadana tiene como objetivo”.
Quizás sea ese mismo pragmatismo el que le ha significado a Correa las críticas de algunos sectores que, en el pasado, lo apoyaban.
Entre ellos el economista René Báez quien, en una serie de artículos, critica la política petrolera del régimen que estima sometida a los intereses de la brasileña Petrobrás, o la política minera, pero, sobre todo, la decisión del presidente de mantener la dolarización de la economía, que Báez estima “una apuesta suicida”.
Correa ha dicho que esa medida no le gusta, pero que el cambio no estaba entre sus prioridades. En todo caso, no se descarta tomar acciones. Enfrentado a una disminución significativa de las remesas que los más de tres millones de inmigrantes ecuatorianos envían desde el exterior, así como de los ingresos petroleros -principal fuente de divisas del país-, la dolarización está nuevamente en discusión.
Este año Ecuador recibirá unos $3.800 millones menos por las exportaciones del crudo. Las remesas podrían caer un 25%, unos $700 millones este año, lo cual se suma a la caída ya ocurrida el año pasado. Correa enfrenta también un déficit fiscal de casi $3.000 millones. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé una caída del Producto Interno Bruto (PIB) ecuatoriano del 2%.
Frente a esta realidad, René Báez afirma que “si no se sale de la dolarización –y de una manera ordenada- no hay cambio de modelo económico posible. Razonar de modo distinto, como lo hacen tanto la derecha tradicional (‘partidocrática’) como la derecha correísta y oenegeísta, comporta la gran impostura que padece actualmente la sociedad ecuatoriana”.
OPOSICIÓN FRAGMENTADA
Correa criticó a esos que, desde la izquierda, critican sus políticas y han abandonado las filas de su revolución ciudadana y les recordó los pocos votos que sacaron en los comicios del domingo pasado.
Sin embargo, los invitó a sumarse nuevamente a ese proceso, al llamar a un «gran acuerdo nacional». Pero, al mismo tiempo, anunció que no hablará con el expresidente Lucio Gutiérrez, de Sociedad Patriótica, que obtuvo un 28% de los votos, ni con el magnate bananero Álvaro Noboa, quien logró 11,6%, a quienes acusó de oportunismo político y de hacer una oposición sucia.
El escenario político ecuatoriano estará determinado por el amplio triunfo de “Alianza País”, la agrupación de Correa, y de su mayoría parlamentaria. Una mirada a la oposición muestra en escenario fragmentado, en el que aparece el ex-mandatario Gutiérrez y su Sociedad Patriótica como la segunda fuerza. La votación de Gutiérrez superó las expectativas, pero su trayectoria política, desde su aparición con políticas de centroizquierda, hasta la adopción de políticas mucho más conservadoras, y su beligerancia contra Correa, parecen limitar sus posibilidades.
Por su parte, el empresario bananero Álvaro Noboa, del Partido Renovador Institucional de Acción Nacional (PRIAN), parece haber agotado sus posibilidades electorales, después de cuatro derrotas consecutivas.
En la oposición se mantiene la figura de Jaime Nebot, del Movimiento Cívico Madera de Guerrero, quien volvió a ganar la alcaldía de Guayaquil, centro económico del país, con 70% de la votación.