Pablo Iglesias, un profesor de la Universidad Complutense de Madrid, abogado y politólogo, es la cara más visible del movimiento Podemos.
Mientras asciende en las encuestas, Podemos suaviza su discurso de partido antisistema a un año de las elecciones generales en España, las cuales tiene opciones de ganar.
La formación, que recoge el generalizado descontento ciudadano con la clase política y su indignación por la corrupción, acaba de presentar el embrión del que nacerá su programa económico.
“Las propuestas que asumimos son las que hasta no hace mucho tiempo iba a asumir cualquier socialdemócrata”, dijo su secretario general, Pablo Iglesias.
Llama la atención esa alusión a una cercanía socialdemócrata, sobre todo cuando las encuestas –tanto las que dan a Podemos como virtual vencedor en las elecciones de dentro de un año, como las que lo sitúan en una afianzada tercera posición– pronostican que ni esta formación ni el Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy ni el Partido Socialista (PSOE) de Pedro Sánchez lograrán el apoyo suficiente para poder gobernar en solitario si el resto no se lo permite.
El final del bipartidismo al que ha conducido la irrupción de Podemos en el tablero electoral español abre la puerta –incluso puede obligar a pasar por ella– a las alianzas postelectorales.
La posibilidad de un pacto de Podemos y el PSOE planea sobre cada una de las encuestas que se publican. Uno con Izquierda Unida (IU), que sería su aliado natural, no serviría para nada por el hundimiento electoral que las encuestas vaticinan a la que actualmente es la tercera fuerza de España, sepultada por el terremoto en el que se ha convertido el partido de Iglesias.
Podemos, que despierta el miedo del empresariado español por su posiciones económicas, ha renunciado ya a las dos medidas más polémicas que llevó en el programa para las elecciones europeas con las que irrumpió en el escenario político español.
Del impago de la deuda pública ha pasado a una reestructuración ordenada de la deuda o una quita pactada en el embrión de su programa económico, encargado a dos economistas de la izquierda, Juan Torres y Vicenç Navarro.
La creación de una renta básica para todos los ciudadanos la han suavizado a una “ayuda” para toda persona “que no tenga ingresos”. Y la salida del euro ha dejado de ser una opción.
Ya en octubre, Iglesias habló de “ocupar la centralidad” del tablero político español, que es donde se sitúa la mayoría de los ciudadanos. Sus alusiones a Hugo Chávez y Venezuela como modelo han ido desapareciendo. Solo se pronuncia sobre la Venezuela chavista cuando es preguntado por ello y ya con mucha menos vehemencia.
Un pacto postelectoral de Podemos con el PSOE sería difícil de presentar ante unos votantes a los que se ha agitado contra la “casta”, en la que incluye a la principal fuerza de la oposición.
Pero Iglesias no ha dicho de forma clara y tajante que lo rechace. “Con quien esté de acuerdo con los planteamientos que nosotros tenemos encima de la mesa no vamos a ser sectarios”, manifestó hace unos días en una entrevista en prensa. “Para quien esté dispuesto a cambiar, nuestra mano va a estar extendida”, añadió, aunque también expresó que se inclina a pensar que el PSOE no va a cambiar.
El líder de los socialistas, entre tanto, ha pasado de un rechazo rotundo a un pacto con Podemos para abrir la puerta a pactos puntuales tras las elecciones municipales de mayo y también tras las generales.
“No pactaremos con el populismo”, proclamaba Pedro Sánchez hasta hace poco. “Si tengo la ocasión de gobernar en minoría, lo haré con acuerdos puntuales”, dijo a principios de este mes al ser preguntado en un foro por un posible pacto con Podemos para llegar a La Moncloa.