El término resiliencia se refiere, según Warner y Smith, a la “historia de adaptaciones exitosas en el individuo que se ha visto expuesto a factores biológicos de riesgo o eventos de vida estresantes; además implica la expectativa de continuar con una baja susceptibilidad”.
Progresivamente se ha ido construyendo un robusto cuerpo de evidencias que respaldan el concepto, al punto que actualmente se pueden encontrar más de 5300 artículos académicos con respecto al tema en EBSCOhost.Desde el modelo cognitivo-conductual basándose en el concepto de resiliencia, se han desarrollado gran cantidad de programas destinados a mejorar las condiciones de trabajo y el desempeño en ámbitos altamente estresantes, como lo son salas de urgencias, servicios de control de tráfico aéreo, atletas de alto rendimiento, etcétera. Además, ha sido fundamental en el trabajo con comunidades afectadas por distintos tipos de fenómenos adversos.
Pese a lo anterior, también han surgido un grupo de detractores, que sin ninguna evidencia empírica al respecto tachan al término como “inevitable concepción del más fuerte, idea rectora en el neodarwinismo social propio de los regímenes totalitarios, sea el fascismo, el nazismo o los portadores del bien contra el mal”; la cita anterior proviene del ensayo de 2005 de los psicoanalistas argentinos Ana Berezin y Gilou Reinoso, titulado “Resiliencia o la selección de los más aptos”, el cual se ha vuelto uno de los más citados por quienes gratuitamente desean generar controversia sobre el tema.
Si los autores del trabajo antes citado se hubieran tomado la molestia de leer aunque fuera un texto introductorio sobre el tema, se hubieran dado cuenta de que trabajar desde la resiliencia no implica identificar a los “más aptos”, ni imponer obediencia a un grupo de personas. La resiliencia no es una habilidad propia de individuos extraordinarios, sino que esta implica conductas, pensamientos y acciones que pueden ser desarrollados por cualquier persona. Se busca que las personas posean una mayor capacidad para enfrentar las adversidades no porque se desee que estas “sigan órdenes ciegamente sin quejarse”, sino porque las adversidades y dificultades son parte de la vida de todas las personas que habitamos el planeta Tierra.
Para quienes trabajamos desde una perspectiva realista, queda claro que resulta mucho más útil brindar a las personas herramientas que les permitan afrontar las dificultades que inevitablemente afrontaran en algún momento de su vida, que quejarse porque la realidad no es como la utopía que me gustaría que fuese el mundo.