Como cazar en un bosque usando retroexcavadoras

Yo me estaba quedando con una amiga cuando tocaron la puerta.

Yo me estaba quedando con una amiga cuando tocaron la puerta. Era uno de sus vecinos y le traía camarones, gigantes, recién salidos del mar. Se los llevó a la casa temprano en la mañana cuando él regresaba de su trabajo y nosotros apenas nos levantábamos. Ese mismo día, mientras esperábamos el atardecer, llegó nuevamente.

– Vamos pa dentro, ¿quieren ir?

Supongo que ella hubiera preferido decir que no, pero por mi evidente emoción, aceptó.

Era un barco viejo y abusado por el sol y el agua de mar. Como los camarones son carroñeros y se arrastran por el suelo hay dos maneras de sacarlos: una es bajar y coger uno a uno con la mano, y la otra, la verdaderamente popular, es con pesca de arrastre. Las redes de arrastre son básicamente una gran red que se sumerge y se arrastra por el fondo del mar, y conforme el barco avanza, en la red va acumulando lo que se raspa, arrancando lo que encuentre.

Puntual a las seis de la tarde empezamos a barrer. Yo me quedé viendo la costa encender sus luces y escuchando el motor y el mar. Todo era paz. A las doce media noche subieron las redes y las vertieron en el centro del barco. Los trabajadores se acercaron al montículo y en tarros grandes iban echando los camarones calamares y lo que valiera algo. Se sacaron unas tres o cuatro cubetas grandes, el resto, montañas de kilos de vida agonizante estrellas, pulpos y larvas de peces, seguían ahí, olvidados e indefensos brincando como un enorme y lúgubre carnaval de muerte. Yo arrojé al mar los que pude, pero ellos se rieron como se ríen de todos los que reaccionamos igual, con infinita ingenuidad. Cuando terminaron de escoger y la vida terminaba de morir, con palas anchas devolvieron al mar lo que hubiera quedado: caballitos de mar, pedazos de coral y peces demasiado pequeños para comer… Todos muertos. En algunos casos, averigüé después, las capturas de camarón con técnica de arrastre son menos del 10% del total de lo extraído. Con baldes de agua y cepillos lavaron el barco y se prepararon para empezar nuevamente el ciclo. De nuevo el silencio, ahora amargo, cómplice. Después de seis horas, se volverían a subir las redes.

En el 2013, la Sala IV prohibió a Incopesca otorgar nuevos permisos para la pesca de camarón utilizando la técnica de arrastre. En su resolución argumentó que su impacto ambiental era absolutamente insostenible por sus daños a las poblaciones de peces (especialmente juveniles), por sus daños a los fondos marinos, y por la afectación a las economías artesanales. Esta pesca, además, viola compromisos adquiridos ante convenciones y tratados internacionales, y los principios ambientales desarrollados por la jurisprudencia constitucional.

Aún con esto, y probablemente cediendo a presiones de pescadores por las «trabas» impuestas, hace unos días Incopesca y el Viceministerio de Aguas, Mares, Costas y Humedales del Minae, presentaron una propuesta para restablecer parte de lo ya vetado. La propuesta, viciada y subjetiva, perdió el apoyo del sector ambiental representado por ONG, las que pedían que las discusiones sobre manejo pesquero estuvieran basadas en ciencia y no en acuerdos entre sectores productivos; pero no se logró.

A las seis de la mañana empezamos nuevamente. Subieron las redes, cayeron las presas y se llenaron las cubetas. Ahora con luz se podía ver cómo los animales se dejaban llevar como trapos por las palas que los empujaban por la borda. El olor de la madera mojada con agua de sal, la brisa que había empezado a soplar con la mañana y el sonido de chapoteo del agua cuando la masa muerta de animales marinos volvía al mar y se hundía sin más, todavía la saboreo cuando huelo que alguien cocina camarón.

– Puta, qué duro esto.

– Así es… Alguien me había dicho que la pesca de arrastre es tan ilógica como cazar en un bosque usando retroexcavadoras.

Silencio.

– Y ¿vos sabés cuántos de los camarones que uno compra en el súper se pescan así?

– Pues no sé cuánto del comercio es de arrastre, pero sé que es la buena mayoría.

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