Muy acertado es el comentario del profesor Víctor Ramírez en su artículo (LN, 25-04-14), en el cual plantea que el voto de los indecisos, en su gran mayoría, otorgó el triunfo en segunda ronda a Luis Guillermo Solís y modificaron el curso de las encuestas. El autor señala que al menos un 30% de los electores se decidió el mismo día por quién iba a votar, a pesar de que según la encuesta de opinión de la UCR, la gente estaba informada, a través de los debates; pero se dejó llevar por la imagen del candidato más honesta y sincera.
Producto de la fragmentación partidaria y el debilitamiento de la clase política, parafraseando al Frente Amplio, la gente sí encontró por quién votar; de ahí que se explica el ascenso de Solís y Piza, el estancamiento de Villalta, Araya y Guevara, haciendo que por un margen muy estrecho Solís le ganara a Araya, en primera ronda.A través de los medios de comunicación colectiva (incluyendo las redes sociales), los votantes se informaron de los partidos y candidatos, efecto que derivó en su decisión final, y que se corroboró el pasado 5 de abril del 2014, en la segunda ronda por parte del PAC sobre el PLN.
Una hipótesis de este resultado estriba en que a los costarricenses les sedujo más la idea del cambio gradual que el PAC ofrecía, a diferencia de un giro totalmente a la derecha, del Movimiento Libertario y PLN, y del cambio que externaba el Frente Amplio.
Lo que sí es una realidad es el reduccionismo de las afiliaciones partidarias, por herencia, a partir de los hechos sucedidos en 1948, que dividieron al país en liberacionistas y calderonistas. Esto se rompió en el 2002 con la aparición del PAC, que obligó a una primera ronda electoral; como consecuencia está la atomización partidaria que vive el país, en donde cada cuatro años se presentan más candidatos, muchos de ellos invisibilizados por la prensa.
La otra consecuencia es que el electorado es volátil, y no está matriculado con ningún partido; por eso cuando se le consulta por quién va a votar, no dice toda la verdad; distorsionando a las encuestas. Además se mantiene a la expectativa de lo que les prometieron en campaña, porque de no cumplir, ellos castigan en la urnas.
Quedan muchas lecciones por aprender de esta elección, principalmente para el PLN, que no solo sufrió una contundente derrota, sino que obtuvo un fuerte golpe a su maquinaria electoral, a nivel de su ideología y los objetivos como partido político. Así como también para el Movimiento Libertario, un partido personalista que responde a los intereses de su candidato; y la izquierda que debe ser menos intransigente en algunos temas, como el Estado confesional, las uniones entre homosexuales y la diversidad de género.
Al PAC le tocará demostrar que es un partido capaz de gobernar, como lo propusieron en campaña, y llevar a cabo su plan de gobierno, mediante la negociación entre las distintas fracciones legislativas, porque sólo así se podrá determinar la capacidad de este partido, en definir la agenda y que le aprueban proyectos, acción que facilite la convivencia política, haciendo llevar más fácil la gobernabilidad democrática del Estado.