El valor de la vida

¿Estamos en un siglo indiferente a la vida en el cual se difunde la guerra y no la paz?Desde el punto de vista humanista,

¿Estamos en un siglo indiferente a la vida en el cual se difunde la guerra y no la paz?

Desde el punto de vista humanista, volviendo al umbral del valor de la vida, no hemos aprendido a convivir como humanos; le damos más valor a las armas que a la vida misma, un país vale más por lo que tiene en arsenales de armas nucleares y es eso lo que los hace más poderosos, claramente si, según lo observado, es una gran batalla o también podemos decir una guerra prolongada que  acaba de comenzar.

Tomando como ejemplo al Estado de Israel y específicamente a Gaza y zonas aledañas,  a lo largo de los siglos han sufrido masacres, adversidades, obstáculos y asperezas, en donde  se recuerdan los rencores del pasado y avivan los sentimientos del presente.

Es muy difícil implicar los daños psicológicos causados en su poblaciones, ya que pueden ver fácilmente como un diario vivir la guerra, y es necesario sobrevivir a través de la violencia; o, también, está la otra parte en donde pierden el sentido de la vida, que matar a los demás sin tener valores ni principios son apoyados y consecutivos de los grandes poderes

Puedo ser muy crítica, pero ¿qué hay que hacer para encontrar el sentido de la vida en una guerra? Tal vez una respuesta a esta pregunta sea no pensar tanto y actuar, no por los impulsos y los sentimientos rencorosos; más bien actuar para el bien en común, dejar ser tan idealistas y selectivistas dentro de las sociedades que secundan la guerra y terminan con el sentido de la vida y pierden en sí la veracidad y perfume de la vida misma. En este mundo  en que vivimos de prisa es sensato tratar de ver cómo un rápido pasar y empezar a emprender un camino, a volverse a encontrar con la vida misma, en donde las personas sean las mismas que digan basta ya y no prestarse para matar a los demás, sin tener en cuenta los deberes e intereses de los Estados; no podemos ser víctimas de ellos, y si errar es de humanos, será mejor corregir el camino sufrido y tener en cuenta que más que la muerte es más triste que la vida siga igual, indiferente al dolor y sobre todo, seguir viendo sufrir a humanos que tienen el mismo derecho de vida.

Entonces nos podemos plantear la siguiente incógnita ¿la vida en sí se está tomando como un negocio para las grandes potencias, que al final van a terminar pagando los países en contra de sus intereses? Estamos dentro de una sociedad económicamente imperante y podemos decir que la vida en sí se está prestando a un juego y no se le está brindando el valor que tiene. Solo se vive una vez. ¿Adónde quedan los principios religiosos? Y si es ateo se respeta su posición, pero no se puede obviar el derecho a  la vida e involucrarla en guerras; el mundo ya ha sufrido muchas masacres y genocidios, como para que se sigan repitiendo. Necesitamos recordarnos como humanos, no como hermanos, ya que podemos crear cierta discusión religiosa, cuál es nuestro propósito para vivir, ver la realidad que viven en los países que sufren guerras en pleno siglo XXI, en donde se supone tenemos políticas, organizaciones o tratados que secundan el derecho a la vida y prohíben su matanza  y sin embargo no actuamos, solo decimos las ideas que se venden como bonitas, mas no se ponen en práctica. Cómo llegamos a una sociedad a hablar de Vida, cuando lo único que se les ha enseñado es a matar.

Ese es nuestro deber como humanos, aprender a vivir, a romper ideologías planteadas por grandes potencias, que rigen sus intereses a través de las personas, y nos vemos como presas fáciles para lograr sus objetivos secundados por la aprobación de los países aliados que necesitan de ello, como decir ya no a un linaje de poder, que rompe el paradigma de la vida como parte natural a conservarla sin guerras, sin matanzas, sin blasfemias, sin juegos políticos.

El ser humano es dueño de su pensamiento y el no hacer lo que no te gusta que te hagan; con tan solo imaginarse estar en los zapatos de los que sufren, deberíamos de actuar con paz entre nosotros mismos y llevar este mensaje de paz a los países que están sumergidos y ciegos, que pierden el sentido a la vida de lo que es levantarse cada mañana sin ninguna inquietud, que algún familiar estará muerto, o que su vida corre peligro por misiles o que tiene que ir al ejército y someterse bajo órdenes que van contra su moral. Hay que volver a convivir como humanos para aprender a apreciar la Vida.

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