Hombres animales

En el pensamiento del primitivo cristianismo se hablaba de “hombre espiritual” y “hombre animal”; esto se entendía así dadas las acciones voluntariamente admitidas de

En el pensamiento del primitivo cristianismo se hablaba de “hombre espiritual” y “hombre animal”; esto se entendía así dadas las acciones voluntariamente admitidas de los seres humanos, unas para bien y otras para mal, unas causadas por una predominancia del deseo de lo espiritual en el hombre y otras por causa del deseo de lo animal en el hombre.

Así las cosas, los hombres espirituales serían quienes guiaban su yo, su persona, voluntariamente hacia la prosecución del cumplimiento activo y mantenido de obras de virtud. Se entiende, entonces, como contrapartida, que los hombres animales serían quienes no construirían, por negarse desde su propia voluntad, su personalidad como una personalidad espiritualizada, sino que más bien optarían por permanecer en un estado de naturalidad de sus pasiones e instintos.

Así, decían estos antiguos cristianos, el hombre animal se conduce sin refrenar sus pasiones, suele ser pendenciero y proclive a crear enemistades, discordias, chismes, murmuraciones, agresiones físicas y de palabra, muy pronto para solucionar todo con el derramamiento de sangre y con la muerte de seres humanos; sus propósitos casi siempre no parecen transparentes, sino ambiguos y torcidos, y por interés fingen admiración hacia algunas personas.

El actual panorama de la realidad social no sé qué les hubiese parecido a los primitivos cristianos. Lo que sí registra la historia es que en el Imperio Romano algunos de los romanos llevaban una vida de tipo “no virtuoso”. Y lo que también es precisado por la historia es que mucha de la desaparición del Imperio Romano, en tanto civilización y sociedad constituidas, fue debida al inmoderado ejercicio de las pasiones y de la búsqueda del placer a rienda suelta.

Y lo que también registra la historia es que los patricios, plebeyos, senadores, soldados y Césares romanos fueron vencidos por una clase social pobre, pero virtuosa, sencilla y analfabeta la mayoría de las veces, pero plena de ciertas costumbres morales que hoy son llamadas “la moral cristiana”.

Tema aparte de esto es la cantidad, cualidad y permanencia de los cristianos en la vida eminentemente cristiana. Lo que sí es evidente es que los cristianos permanecen hasta hoy,  y que la Roma Imperial desapareció hace 1600 años.

Con otras palabras, tal parece que la vida útil del vicio, del desenfreno de las acciones y apetitos humanos es relativamente exitosa, pues conlleva, por causa de los excesos, la desaparición de las culturas y de los grupos sociales humanos. Quiere decir que el uso del placer irrestricto, sea individual o socializado, es traicionero. Que se puede desaparecer como persona, o como colectividad, por consecuencia de él.

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