En el año 2008 publicamos un libro-ensayo titulado Lo Malo del Paraíso en 700 Coplas, en el cual se incluye, entre otros, el tema de las periódicas inundaciones ocurridas en el Valle Central, con pérdida de vidas humanas y catastróficos daños materiales, que son consecuencia de las políticas antiecológicas del Estado.
Denunciábamos allí, que la urbanización desaforada, hecha a tontas y a locas; la pavimentación de montañas, como las de Escazú; la construcción de enormes centros comerciales e industriales sin ninguna planificación ecológica; la eliminación total de cafetales, potreros, bosques y de todo lo verde, ¡con permiso del Estado, por supuesto, ya sea choriceado o totalmente legal, qué más da!; son algunas de las causas que eliminaron la filtración natural de los suelos.
Las aguas, pluviales y negras, se desbordan por atajos, barrancos, acequias y riachuelos; y con su enorme fuerza arrastran lo que esté a su paso e inundan, sepultando con lodo, especialmente a los barrios más pobres o precarios marginados, ¡donde también habitan seres vivos!
El Estado ha permitido que sus políticos, burócratas y grandes inversionistas, hagan fiesta con la compra- venta de tierras para aquellos fines, sin pensar en los desastres que provocan con sus funestas inversiones.
Como en los países con mínimos controles ecológicos, debería exigírseles sustituir la filtración natural, perdida por causa de sus construcciones, con filtración artificial para paliar en parte el problema. Especulan con la carestía de viviendas; pero a ese costo, sería preferible, a la pérdida de vidas inocentes por los desastres causados al eliminar la filtración natural de los suelos.
El Estado ¡claro! culpa a los cambios climáticos; al Niño; a las intensas lluvias; a la antigüedad de las tuberías; a la falta de dinero de las Munis para construir diques o drenajes…
También culpan a la basura; ¡que no recogen aunque les pagan, y muy bien, por hacerlo!, y que se acumula en los ríos acequias y caños. ¡Otra mentira! Por más que la basura sea el fiel reflejo de nuestra pobre y ordinaria educación, ¡dictada por el Estado!, no es la causa de las inundaciones.
En el año 2007, al sur de San José, en una alcantarilla descubierta, resbaló una niña de ocho años que regresaba de la escuela bajo la lluvia, y su cuerpo sin vida fue hallado en un riachuelo al día siguiente, a varios kilómetros de distancia.
El hombre, ¡según cuentan, aunque se dicen cosas!, fue a la Luna hace medio siglo; y especulan que ya casi está en Marte; pero los “sabios” del Estado no han podido inventar nada para que los indigentes y otros chatarreros criminales no se roben las tapas de las alcantarillas.
El jueves 4 de octubre del 2007, tuvimos la triste noticia de que una cabeza de agua se había llevado 300 casas en un barrio pobre de Cartago; y para rematar, el jueves siguiente, o sea el 11 de octubre, varias casas en una pequeña y humilde barriada de Atenas habían sido sepultadas en horas de la madrugada, con sus pobres habitantes -¡Que en paz descansen!- (Ver titulares de esos días). Y se sabía que la tragedia vendría por la negligencia estatal de no reparar un muro.
Así siguieron los desastres, cada año más intensos; y llegamos al pasado viernes 25 de setiembre con la inundación de San José, donde decenas de factores, casi todos determinados por la negligencia estatal y municipal, dejaron pérdidas enormes, en especial a pequeños comerciantes; y ahora especulan atribuyéndole la culpa de nuevo a la basura y al ciudadano irresponsable.
Después de esos sucesos lamentables, nos extrañó que en recientes entrevistas, personeros de instituciones involucradas, ni siquiera mencionaran el importantísimo factor de la filtración natural de los suelos, perdida por las causas señaladas; y puesta de relieve en viejas denuncias “archivadas” desde hace ya muchos años.
Antes de ocurrir las tragedias, que siempre se han pronosticado, el Estado, políticos y personeros involucrados, tienen listo su protocolo; no para paliar los sucesos; sino su astuta lista de mentiras y excusas para calmar el descontento de la población más humilde, y hacerla sentirse culpable y responsable por lo que solo el mismo Estado y las Municipalidades han provocado con su no hacer o hacer mal.
Sin filtración en la tierra,
y sin tener adonde ir,
las aguas deben seguir.
Con violencia por atajos,
hacia terrenos más bajos,
y todo lo van a destruir.
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