Periodismo y sociedad en crisis

Cuando el orfebre alemán Johannes Gutenberg inventó la imprenta en 1440, jamás pensó en la vorágine que desataría y,

Cuando el orfebre alemán Johannes Gutenberg inventó la imprenta en 1440, jamás pensó en la vorágine que desataría y, menos aun, en el caos de la era digital que pronto acabaría con los impresos, entre otros pilares periodísticos fundamentales.

“Para un velero sin destino, cualquier ráfaga es ventajosa”, reza una adaptación de la cita del filósofo Séneca. Es perfecta para referirnos a la absoluta incertidumbre que existe sobre la ruta que toma el periodismo nacional y regional.

Es imperativo ajustar el sistema periodístico al histórico transcurrido y a los potenciales escenarios, desde una perspectiva holográfica y sistémica. Así, alcanzaremos el acervo necesario como profesionales para desarrollar la capacidad de romper los modelos estructurados, el fundamentalismo y los dogmas antiquísimos de la escuela de comunicación liberal, que califica a la comunicación de mercancía.

El comunicador es quien mancomuna los instrumentos que determinan una sociedad pensante o, por el contrario, concede la mordaza y sedantes que idiotizan mentes y endiosan el consumismo, el ocio y el desinterés.

El impacto de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación y todo lo que con ellas se despliega: el valor de la información; el crimen organizado contra comunicadores en el mundo; la represión política y bélica contra la libertades de prensa y expresión; y el nacimiento del periodismo informal en internet; configura el entorno que exige un nuevo pensamiento periodístico.

Asimismo, el vacío legal existente agudiza la problemática global, al igual que la concentración de medios, y la falta de pluralidad y diversidad de voces o accesos a los medios.

En Costa Rica, esa realidad se confabula con la obsoleta normativa (por ejemplo, la Ley 4420 y su reglamento, Ley del Timbre, Ley de Radio de 1954) que “cobija” al comunicador y que ampara parcialmente la profesión periodística, olvidándose de factores trascendentales en la comunicación.

Sin duda, la actuación renacida y enérgica del Colegio de Periodistas de Costa Rica es impostergable, pero requiere el compromiso de todos, además de la voluntad de una esfera política que pierda el miedo al periodismo para reformar la regulación actual.

Es urgente la transparencia y el acceso a la información sin ‘cerrarse’ en investigaciones denunciantes y burdas; o polémicas obtusas, sino investigaciones que informen y formen al individuo, en aras de una sociedad más capaz de preservarse como tal.

Al principio, ese nuevo paradigma resulten poco conveniente para el lucro de los medios de comunicación y las empresas patrocinadoras; sin embargo, los empresarios, jefes de medios y, por supuesto, el ‘público’, deberán pactar, —consciente o inconscientemente— la estrategia que he denominado Sonata para un periodismo nuevo, a la luz de la investigación titulada El Estado costarricense como mediador del campus de la comunicación social.

De la misma forma en que la sangre y el morbo tomaron nuestros noticiarios e impresos, podremos dar un giro radical hacia crónicas positivas, pero inteligentes.

Llegaremos sin vacilaciones a reportajes que aborden el arte y la cultura, entrevistas que generen sed por la lectura, crónicas periodísticas que nos cuenten cómo la ciencia define la vida en tiempo y espacio; o la publicidad inteligente, que pone manifiesta la capacidad de abstracción del ser humano.

A partir de esa visión del ‘todo’, el periodismo será el canal idóneo para redefinirnos como seres de una nación y no individuos aislados. Como ciudadanos éticos y “equipados” con valores, para garantizar seguridad ciudadana, transparencia en la función pública, respeto en nuestras carreteras y, principalmente, el abandono de la visión consumista y posesiva. No es idealismo, Suiza, Noruega y otras naciones confirman que sí se puede.

Hoy, el escenario es nada halagador. No se trata de demonizar lo vivido o vivir del romanticismo. Es materializar las ideas en los pentagramas de cada página que escribimos a diario, camino a un mundo mejor, a un periodismo cuya tinta libre sea el periodista y su pensamiento.

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