La maldad nos abraza

La maldad, con toda su perversidad, se ha introducido en las sociedades como una cobra reina, la peor serpiente. Dispuesta a hacer cualquier daño.

La maldad, con toda su perversidad, se ha introducido en las sociedades como una cobra reina, la peor serpiente. Dispuesta a hacer cualquier daño. En cualquier momento y lugar. Es como el demonio que se introduce en los hogares, en la mente y corazón de los humanos.

Estamos en gran peligro. Es un peligro invisible e incomprensible por el momento, que nos invade y nos sentencia a morir. Pareciera que no hay posibilidad de escape. Los seres humanos y los otros seres vivos participan viendo sin ver, sintiendo sin sentir; viviendo, muriendo.

El deseo sublime de preferir la vida a la muerte yace tirado en el piso, como abandonado; como basura que no vale nada.

El humano ha ido poco a poco perdiendo sus condiciones de ser humano. Estas condiciones las ha ido destruyendo en su desmedida ambición de locura y se enrumba a lo bestial. Dejó de considerarse como dueño limitado de la Tierra; como gobernante del aire, el mar, la luz, el agua, el fuego, etc. Como dueño de todo. Ahora poco a poco, se está convirtiendo en dueño de nada. Como rey de la muerte.

Su creatividad ha sido ilimitada. Su capacidad de hacer novedosa esta vida lo ha confundido. Y, todo lo creado por el hombre se ha convertido en una gran amenaza para todos. Su vida espiritual alejada de la verdad, está en la adoración de ídolos de toda clase y de todo material y de todo precio. Pareciera que los pastores y los sacerdotes se inclinan ante el Dios dinero y otros dioses demoniacos y a ellos obedecen ciegamente.

Los avances tecnológicos derriten la conciencia de los seres humanos y su vanagloria se hace infinita.

Los avances tecnológicos, en fin, sirven para abreviar el caos total.  Y promueven a los seres humanos a emitir gritos de terror, de dolor, de gran sufrimiento. La humanidad está pronta a gritar. La oscuridad la abrazará, la envolverá, y como hojas secas que el viento mueve; pasarán de un lado a otro.

El ser humano luce perdido en lo más profundo del mundo y vive disfrazando la verdad. Confundido entre la verdad y la mentira y entre lo racional y lo irracional. El ser humano vive enredado entre la maldad, la perversidad, la crueldad, la violencia, la corrupción y toda la inmoralidad. Su mente y su corazón se contaminan a cada instante.

Así, el hombre camina en el mundo sonriendo, alabando, emitiendo pequeños rugidos que son amenaza de muerte. La maldad camina oronda de corazón en corazón y de cerebro en cerebro. El ser humano se entretiene en la oscuridad manipulando el lodo putrefacto. La limpieza o pureza se han extraviado de los seres humanos.

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