El principal objetivo de
quienes descubrieron y
conquistaron América
fue el saqueo de riquezas en los
territorios encontrados e inva-
didos, básicamente el arrebato
del oro de los aborígenes y sus
bienes colaterales: dominio de
territorios conquistados, some-
timiento de poblaciones nativas,
esclavitud, etc.
Esto dio origen a una estructura mundial com-
puesta por países desarrollados
y subdesarrollados que se ha pro-
longado hasta nuestros días. El
sistema capitalista es opresor
de las mayoría de la población,
al cual, los sectores privilegia-
dos y otros torpes e ignorantes
denominan ‘democracia’. Sí,
dominio de las mayorías según
ellos, pero, ¿es posible que los
miserables, los hambrientos, los
desposeídos y los desocupados
dominen el quehacer político,
social y económico?
Manteniendo las diferen-
cias entre países desarrollados
y tercermundistas -sutilmente
llamados ‘en vías de desarrollo’
(pero por siempre)-, las naciones
nes y pretenden apoderarse de
ellas con pequeñas inversiones,
dejando migajas para los misera-
bles. Hace aproximadamente dos
siglos que el oro negro (petróleo)
despertó la avaricia del capital
inversionista, aunque para ello
mediaran incontables guerras
y masacres contra países y po-
blaciones enteras. Hoy la figura
se llama concesión, donde como
ha sido tradicional, los gobier-
nos de los países pobres ofrecen
como pago las riquezas de las
Naciones. Lamentablemente el
pago, ese oro moderno, es la fuer-
za laboral de los trabajadores
que se llevan los inversionistas
convertidos en dólares y euros,
después de lavar nuestro trabajo:
lavado de fuerza laboral infinito.
Gracias a las últimas tres admi-
nistraciones gubernamentales,
Costa Rica se ha convertido en
‘líder concesionario’ por haber
repartido entre diversas empre-
sas y consorcios extranjeros el
moderno oro tico; verbigracia,
la empresa española Globalvía,
más conocida como ‘Autopistas
del Sol’, construyó la ruta 27 en-
tre San José y Caldera, y recaudó
$230 millones en cinco años. Es
decir que los costarricenses la-
boramos ¡quién sabe cuántas ho-
ras! durante 5 años para dárselas
a Globalvía convertidas en $230
millones (dinero que Costa Rica
nunca verá pues las empresas
extranjeras no reinvierten sus
ganancias aquí). Autopistas del
Sol llegó para quedarse y per-
petuar el negocio por muchos
años más, inicialmente tenía
derecho a cobrar $258 millones
después de los cuales devolvería
la carretera al Estado, pero a la
empresa se le reconoce un lucro
de $178 millones ya que cuan-
do se firmó el contrato, hace 14
años, el dólar rondaba los Ȼ316.
Así, ‘el Gobierno de Luis Guiller-
mo Solís firmó con el consorcio
Autopistas del Sol (Globalvía)
una nueva adenda al contrato
de concesión de la ruta 27 (ca-
rretera San José -Caldera) que
aumenta en casi $45 millones
(24.300 millones) al precio del
proyecto, pagadero con el ingre-
so de los peajes, el cual pasa de
$258 millones a $302,8 millones
(163.000 millones)’, como infor-
ma el Semanario Universi-
dad del 3 de diciembre del 2014.
Esto se suma a muchas críticas
por los derrumbes constantes en
la vía, la cual sigue inconclusa,
y otras fallas. Todo indica que
Autopistas del Sol ampliará su
negocio y sus ganancias y que
extenderá la duración del con-
trato, tomando en cuenta los
favores del Gobierno, el origen
español de la Primera Dama y
la falta de palabra de la hija del
Presidente Solís cuando afirmó
que si su padre no cumplía sus
promesas, ella sería la primera
en denunciarlo.
Otro consorcio español es
RITEVE que durante años tie-
ne monopolizado los servicios
de revisión vehicular, a pesar
de que nuestras leyes prohíben
los monopolios: los políticos
hipócritas siguen guardando
silencio. Los neocolonizadores
detectaron el nuevo oro regional
y andan tras este tesoro; los chi-
nos tienen contratos para cons-
truir el canal de Nicaragua entre
ambos océanos, y tienen pactos
en Costa Rica para apoderarse
de los muelles de Limón y Moín,
así como construir la carretera
entre Limón y San José, y en
telecomunicaciones ya tienen
grandes negocios.
En verdad, siento gran
preocupación por el enorme
vacío de Poder Político legítimo
y honesto de nuestras autorida-
des, cuyo giro a la derecha se
profundiza cada día ampliando
las brechas sociales, atentando
contra los más sagrados valores
espirituales, éticos y morales, y
entregando la institucionalidad
y los valores de la otrora patria
soberana.