¿Puede la pena de muerte disminuir la delincuencia violenta?

Las noticias costarricenses informan con frecuencia sobre distintos delitos violentos. Una parte de estos son homicidios dolosos (394 durante el 2012, según datos del

Las noticias costarricenses informan con frecuencia sobre distintos delitos violentos. Una parte de estos son homicidios dolosos (394 durante el 2012, según datos del OIJ). Consecuentemente, la Encuesta Nacional Post 2015 del Sistema de Naciones Unidas de Costa Rica establece que la inseguridad ciudadana es el segundo problema que más preocupa a la población de este país.

Para enfrentar esta situación, podría parecer buena idea utilizar la pena de muerte sobre aquellos culpables de homicidios dolosos. La justificación sería la siguiente: La pena de muerte es un buen medio (o el mejor) para disminuir esta forma de criminalidad. Tal disminución se da –supone dicha tesis– pues la amenaza de aplicar la pena desestimula la realización de los delitos en cuestión (ya que  nadie quiere morir).

Aceptemos tal idea como hipótesis y constatemos si es correcta. Si se aceptase la tesis de que la pena de muerte es el más medio efectivo para la disminución de la cantidad de homicidios dolosos, debería suceder que los índices para los mismos delitos serían más altos en países sin pena de muerte al compararse con aquellos que sí aplican dicha penalización. Al tiempo, tendría que observarse que en los países con pena de muerte, la cantidad de estos delitos iría disminuyendo a través del tiempo (al menos paulatinamente). Esto puede ser contrastado con la realidad.

Para esto, utilicemos los índices de homicidios por cien mil habitantes entre 2001 y 2011 de dos países: EE.UU. y Canadá. Ambos son países de altos ingresos, con un sistema democrático e institucional estable, con sistemas económicos –en mayor o menor nivel– no estatistas, con una extensión territorial considerable y una enorme población (aunque la de Canadá es bastante menor).

Los Estados Unidos continúa siendo uno de los pocos países occidentales cuya legislación penal establece la pena de muerte para ciertos delitos. Además, es uno de los pocos países de América que continúa aplicándola (junto con varias islas del Caribe). En cambio, en Canadá dicha penalización desapareció hace ya varias décadas.

El Índice De Homicidios Dolosos por 100 mil habitantes de la Oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (https://www.unodc.org/unodc/en/data-and-analysis/homicide.html) presenta los siguientes datos:

Canadá

2001    2002   2003   2004   2005    2006   2007   2008    2009   2010    2011

1,8

1,7

1,7

1,7

1,8

1,7

1,6

1,7

1,6

1,4

1,5

553

523

549

550

594

559

539

555

540

492

529

 

Estados Unidos

 

5,6

5,6

5,7

5,5

5,6

5,8

5,7

5,4

5,0

4,7

4,7

16037

16204

16528

16148

16740

17309

17128

16465

15399

14722

14612

2001    2002   2003     2004     2005    2006    2007    2008    2009    2010     2011

Se observa que:

1) En diez años, los índices de asesinatos en EE.UU. se han mantenido estables, con aumentos y descensos sutiles. La situación fue semejante en Canadá.

2) La cantidad de homicidios por 100 mil habitantes en Canadá es muy inferior a la de EE.UU.

En razón de 1) se concluye que el mantenimiento legislativo y aplicación de la pena de muerte, no es suficiente para disminuir los homicidios dolosos. Por 2) se afirma que la pena de muerte no es un medio necesario ni el mejor para mantener baja la tasa de homicidios dolosos en una sociedad.

De forma que la pena de muerte no es un medio determinante para reducir la cantidad de homicidios en un país. Ahora bien, ¿existen políticas y buenas prácticas que hacen que Canadá tenga un índice de homicidios dolosos tan bajo? De ser el caso ¿cuáles son? Resolver tales preguntas adecuadamente es una labor complicada y tendrá que posponerse para otra ocasión. Aun así, sugiero que la clave se encuentra en poner énfasis en la prevención del delito y en el desarrollo humano y mucho menos en la represión penal.

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