En nuestra réplica al profesor Armando Campos Santelices, publicada en el Semanario No. 2034, sostuvimos que correspondía a él aclarar en qué medida de la frase con que concluía su artículo “¿Paradigmas o paradigmatitis? acerca de los inconvenientes usos de este concepto en la epistemología psicológica”, publicado en la Revista de Ciencias Sociales N. 139, “Ninguna verdad sólida, solo desatinos, alcanzamos al “paradigmatizarnos”, no se derivaba una crítica a uno de los pilares fundamentales de la reforma curricular del 90 en la Escuela de Psicología.
Responde ahora el Prof. Campos Santelices que no tiene idea de cómo yo he podido derivar que sus argumentos en contra de la paradigmatitis “tocaban lo que se planteó, hace un cuarto de siglo, en el marco de la reforma del plan de estudios emprendida por nuestra Escuela (1990), que propugnó una formación multiparadigmática”, y acto seguido aclara que no, que “Con el significado que tuvo en ese entonces…, lo multiparadigmático…se refería a algo necesario y correcto”, que por el contrario, con el término de paradigmatitis, hoy se refiere “a lo que viene a ser la negación de ese pluralismo” teórico: “la conversión de las corrientes de pensamiento psicológico en parapetos sectarios bajo la denominación impropia de paradigmas. O sea, otro tema”.¿Extraño no? con el concepto de paradigmatitis alude a la deformación en que ha devenido la propuesta original y correcta de lo multiparadigmático como eje formativo en el plan de estudios del 90, pero resulta que nada que ver un tema con el otro, y no se explica cómo yo he podido mezclarlos. Respuesta, pues porque no son dos temas distintos, sino momentos de un mismo proceso.
En todo caso, valga la aclaración del Prof. Campos Santelices, para dar respuesta a mi interpelación original; lástima eso sí, que más de un mal entendido en estos, al parecer del Prof. Campos Santelices, “monólogos paralelos, que difícilmente tendrán interés para los lectores de UNIVERSIDAD”, nos hubiéramos evitado si desde un inicio hubiese “descifrado el motivo de (mis) críticas”, que en ningún momento tuvieron por centro a su persona o el “oblicuo intento por aplastar (sus) argumentos”, en vez de enredar, como lo ha hecho, los planos de la discusión, al punto de confundir las diferencias académicas, al parecer el profesor Campos Santelices guarda una connotación muy solemne de la noción de debate, con supuestas inconformidades de orden administrativo relacionadas con mi gestión en la dirección de la Escuela, ocurridas una década después de las deliberaciones de la reforma del Plan 90, encharralamiento (término tomado del señor presidente de la República, aunque usado por él para otros fines) en el que insiste en incurrir en su acápite 3, algo que sí no viene al tema, pero que si desea, y siempre y cuando venza su desgano, podemos debatir por este mismo medio, incluida esa presunta inexistencia histórica de otras diferencias más de orden académico que administrativo.
Ahora que, al igual que él ha solicitado a quien pudiera interesarle el asunto que nos convoca, a que revise mi artículo del Semanario N.2034, para que juzgue la validez de mis manifiestos propósitos al escribirlo, invito también a ese mismo lector a que se tome el rato para leer el artículo publicado por el Prof. Campos Santelices en la Revista de Ciencias Sociales, y juzgue si encuentra un trato de lo paradigmático que no sea peyorativo o se acerque tan siquiera a esa visión que dice alguna vez compartió sobre lo “necesario y correcto” de una perspectiva multiparadigmática.
En cuanto a su reiterada invitación para que proponga a la Escuela un diálogo con él epistemológicamente relevante, parece olvidar el Prof. Campos Santelices que al igual que él, me encuentro jubilado, y, al menos en mi caso, no tengo relación orgánica alguna con la Escuela; que sería a sus autoridades actuales a las que correspondería valorar la pertinencia y oportunidad de un tal diálogo; o quizás, dada, su insistencia, estaría dispuesto él, en una de sus visitas al país, a proponérselo a la Escuela, diálogo en el cual estaría, siempre y cuando nos pongamos de acuerdo respecto a la existencia de ese diferendo académico que no cree haya existido nunca, y que a juzgar por su reciente aclaración al menos hoy efectivamente no existe, en disposición de participar, pero hasta ahí.