Día a día recibimos nuevas noticias sobre el acontecer nacional: la grave crisis de la Caja Costarricense de Seguro Social, el escándalo por la filtración de la sentencia sobre la mina Las Crucitas, los aportes a la campaña de Liberación Nacional por allegados a Industrias Infinito, las millonarias asesorías a instituciones gubernamentales de la firma Procesos, el robo de armas del Ministerio de Seguridad, el escándalo sobre el manejo de la trocha fronteriza… La lista es larga, coronada recientemente por el nombramiento de un diputado homofóbico y xenófobo como presidente de la Comisión de Derechos Humanos en la Asamblea Legislativa.
Es importante el denominador común que atraviesa cada una de las graves situaciones: el abuso de poder de los gobiernos de turno, que han tratado de borrar los límites entre el bien y el mal, acomodando las leyes al interés personal y al del partido gobernante. El caso del Diputado Orozco (Gerardo, como decía una diputada y no Justo), ilustra claramente lo que está sucediendo en Costa Rica.Derechos humanos y democracia están íntimamente vinculados, tanto como su tutela y respeto. Los gobiernos que no respetan los derechos humanos o son autoritarios o bien totalitarios, es decir, la negación misma del Estado democrático. Es por esta razón que el caso del Diputado en mención, no puede verse como un hecho aislado o como una actitud individual. Recordemos que fue premiado con su nombramiento al sumarse al acuerdo de dos partidos: el Pase y Liberación Nacional. ¿Qué tan importante es lo que está en juego para sacrificar de esta manera una Comisión que debe resguardar los derechos de las mayorías y de las minorías, conforme lo establece la Constitución Política? “Toda persona es igual ante la ley y no podrá practicarse discriminación alguna contraria a la dignidad humana”, dice la Constitución.
La auténtica democracia tiene sus mejores raíces en el pluralismo y la diversidad, y la imposición de una moral discriminatoria por opción sexual, origen étnico, género… nos lleva por el camino de la estupidez humana, la cual puede desembocar en una nueva Inquisición, o en el exterminio de aquellos (as) no aptos para ejercer sus derechos, tal como ocurrió en la Alemania Nazi.
El diputado Gerardo, pone a Dios como pretexto de su lucha contra los derechos humanos: “La honra sea para Dios” nos dice. En el nombre de Dios Torquemada condenó a la hoguera a todo aquel que no se convirtiera al cristianismo, incluso en el escudo de la Inquisición española podía leerse: “Álzate, oh Dios, a defender tu causa”. En nuestros días hemos escuchado frases parecidas del expresidente Bush para justificar la masacre de Irak.
No hay duda que lo que está en juego es el control del poder político a cualquier precio, por parte del partido gobernante, y que peligrosamente se vuelve a utilizar la ortodoxia religiosa tal como lo hiciera el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, para saquear y festinar el respeto por los derechos humanos. De corta memoria, la Presidenta y sus diputados han olvidado que Costa Rica fue escogida como la sede de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, “por su ejemplo de democracia y compromiso con los derechos de los ciudadanos y las ciudadanas”.