¿Y debajo de la cama sí se puede?

Fue el gobierno italiano el que hizo general el acuerdo. Cero tolerancia al fumado. ¿Cuánto tiempo pasaría para que las “monadas” (bellezas, en castellano)

Fue el gobierno italiano el que hizo general el acuerdo. Cero tolerancia al fumado. ¿Cuánto tiempo pasaría para que las “monadas” (bellezas, en castellano) atravesaran las distancias? Recientemente se dio a conocer que en Costa Rica se aplica una ley antitabaco, se supone que rige para lugares públicos, incluyendo paradas de autobuses (colectivos), bares y restaurantes. La diamantina y conmovedora idea fue planteada. Y probablemente es cierto que hubo, hay y seguirá habiendo, pese a todo, multitudes de difuntos como consecuencia del tabaquismo.

Pero la defensa del tabaco no es nuestro tema. Mi tema es sobre la actitud que puede esconderse tras la memorable propuesta. Ciertamente enfisemas, tumores y similares y muerte pueden establecerse en relación con el tabaco; a menor exposición al fumado, ¡quiéralo Dios!, estas tenderán a desaparecer. Esa es una actitud tras la prohibición al tabaco. La otra actitud-acción tiene dos raíces. La primera, el desquite “a escondidas”, el ejercicio del subterfugio “mientras nadie me vea”, la revancha. Es el afán de hacer lo prohibido porque es precisamente lo prohibido. Las “leyes secas” trincharon esto a golpes de mazazo y policías secretas e impunes. Es un paso. Las multas son otro paso. Pero el subterfugio esconde la promesa de la posibilidad de lo que se seguirá practicando aunque esté prohibido, y más si está prohibido. [Que lo recuerda Moisés… y las filas de confesiones en Semana Santa]. Hacer lo prohibido es posible, y también contagioso y enteramente humano, apasionado, sin importar consecuencias, montos, sanciones, prevenciones ni advertencias. Quien quiere hacerlo, lo hace.

La segunda raíz recuerda hechos memorables de los cuales a veces se ha solicitado perdón público. Me refiero a ese afán tan humano de purificarlo todo y de controlarlo todo, esto es, ese afán de limpieza y pulcritud asociado al sueño de ser padre proteccionista. Esa manía, en fin, de recriminar y prohibir creyendo hacer con ello lo mejor que en el mundo y en la historia se puede hacer. Ciertamente hay que poner límites, pero hay que saber ponerlos. De lo contrario, el remedio es peor que la enfermedad.

Doy por un hecho que quienes no siendo salubristas, picotean por aquí y por allá quizás para sentirse con valía y autoridad, esos que condenan todo y a todos, esos que censuran porque su ojo siempre descubre “lo malo” en todo y en toda geografía. Lo pernicioso, lo degradante, lo no puro es su discurso. Gentes así son las que viven en esa segunda raíz. Son los inquisidores, los “enviados del cielo”, los puristas de la medicina, de la salud y de las buenas costumbres. Son los emisarios de la vitalidad y de la divinidad. Todo a la vez.

Esta raíz no considera las circunstancias. Solo se apega a lo que entiende por norma. Prohíben el alcohol, la marihuana, el cigarrillo, porque sí. Olvidan que el alcohol es un vehículo de medicamentos y un aplacador de infartos; olvidan que la marihuana salva de asmas y de la asfixia respiratoria; olvidan que dos cigarrillos al día pueden salvar el intestino de un constreñido. La ignorancia es el peor consejero y si la ignorancia se une al fanatismo, los resultados huelen a “Salem” y por tanto a caos e injusticia. Los males no se arreglan arremetiendo con golpes [cosa que creen algunos], si hay golpes también la defensa con golpes debe ser considerada justa, y es por tanto racional.

Esto último quiere decir, aún siendo justo y deseable todo lo que una prohibición desea alcanzar, el contexto siempre será superior a la norma, y aunque la vida siempre es la mejor joya del ser humano, hay que velar porque la vida no sea envuelta con la telaraña de las leyes que el fanatismo y la ignorancia suelen tejer. Los hombres serán siempre libres de decidir. Sería mejor una cultura efectiva. Sería mejor promover el desarrollo del yo y de la autonomía, el desarrollo de una vida desde las valoraciones autónomas (axiología, ética de los valores). Pero eso, eso en toda su cabalidad y ejercicio, eso no les interesa a los políticos en general, sobre todo en Latinoamérica.

Pd: ¿Pero sí puedo fumar mi pipa o mi cigarrillo debajo de la cama y con la luz apagada?, porfis… )

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