Esteban Gil Girón. (Foto: Katya Alvarado)
No es solo un periodista enamorado del boxeo −que practicó en el pasado−, sino también inquieto por la política, de lo cual dan fe sus columnas de prensa.
Esteban Gil Girón se confiesa además “adicto” a la Historia, afición que lo llevó a compilar en su nuevo libro “Charlas de jardín”, el pensamiento de decenas de personalidades de la política y del periodismo costarricense, que desfilaron en los últimos tres años por la sala de su refugio hogareño en Escazú.Allí, frente a la cómplice compañía de su apacible jardín, este inquieto escritor argentino-costarricense recibió la visita de la presidenta Laura Chinchilla, los exmandatarios Óscar Arias, Luis Alberto Monge y José María Figueres; de periodistas como los desaparecidos Julio Suñol y William Gómez, fundador del diario Extra; o políticos como el fundador del Partido Acción Ciudadana (PAC), Ottón Solís; el libertario Otto Guevara y el desaparecido líder del Frente Amplio, José Merino, entre otros.
Aquellas prolijas charlas quedaron plasmadas en este libro de 350 páginas, aún con olor a tinta fresca de la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia (Euned).
Su motivación para sacar adelante la publicación era dejar para la posterioridad una galería del pensamiento de la clase política de este tiempo, y facilitarle la tarea al futuro investigador, para que no tenga las dificultades que el propio Gil dice haber encontrado, cuando intentaba escudriñar las ideas de los políticos que gobernaron la Costa Rica de la primera mitad del siglo pasado.
“Cuando intentaba bucear en el pensamiento y la mentalidad de la clase política de los años 30 y 40, encontraba un paisaje sumamente fragmentado, donde no había límite y donde uno pudiera decir, por ejemplo, aquí está Ricardo Jiménez Oreamuno, Cleto González Víquez o Alfredo González Flores. Entonces dije: aquí falta registrar en un libro el pensamiento político de la primera mitad del siglo XXI”, explicó Gil.
Así los fue invitando a conversar en su casa, adonde llegaron “casi todos los grandes exponentes de la política nacional”, con la idea de compilar los distintos criterios que pueblan el paisaje político nacional.
Y al decir “casi todos”, Gil confiesa cierto grado de frustración, porque algunos representantes de la derecha criolla no atendieron su invitación, y allí se enlistan figuras como el economista Jorge Guardia, el periodista Julio Rodríguez (exjefe editorial del diario La Nación) y el expresidente Rafael Ángel Calderón.
“A mí eso me priva de cierto grado de representatividad de toda la clase política, y a ellos los priva de la oportunidad de oxigenar sus ideas”, ironizó el autor.
De todas maneras, Gil resaltó “el valor testimonial” que tiene el libro de cara al futuro. Tal vez ahora no se vaya a apreciar mucho, porque lo que dicen los entrevistados lo dicen en la prensa también, pero en 30 o 40 años va a tener sentido, dijo.
¿Y qué conclusión principal saca al final de todas estas entrevistas? Respondió que “aquí las virtudes y los males de la política están atenuados; no hay tal fuerza como en otros países, incluso con los niveles de la corrupción, que suele ser hasta ingenua en relación con lo sofisticada que es en países como Argentina, por ejemplo. Aunque es claro que últimamente se han mostrado niveles inéditos de corrupción y se está saliendo de madre”.
Acerca de si hubo alguien que le sorprendiera de manera especial, algo que no hubiera visto antes en sus entrevistados, aclaró que no fue especialmente impresionado por nadie, y sí tuvo alguna que otra desilusión.
Sin embargo, de inmediato se corrigió, al recordar que lo impresionó Román Macaya, el bioquímico empresario que fue precandidato del PAC en la campaña del 2010 y actualmente lidera el Observatorio Ciudadano sobre la Caja Costarricense de Seguro Social.
“Es alguien de una profundidad que no podés tocar a fondo en una conversación con él, pero alcanzás a sospechar que es un tipo de pensamiento sólido y profundo, muy metódico para pensar; se ve que ha reflexionado sobre los problemas, inspira respeto”, destacó Gil Girón.