El periodista Javier Córdoba dará cobertura para UNIVERSIDAD a todo el Mundial de fútbol, en Brasil.
Un país entero suspira por abrazar de nuevo la Copa del Mundo, pero también respira profundo por el enojo que le causa el gasto millonario que su Gobierno ha hecho para albergar el torneo más importante del fútbol.
Así encontró UNIVERSIDAD al pueblo brasileño, a pocos días de inaugurarse el Mundial que arrancará en São Paulo el 12 de junio y que se extenderá hasta el 13 de julio en 12 sedes, a lo largo y ancho del país más grande de Sudamérica.
Si bien las banderas “verde-amarelas” ondean en los comercios y adornan algunas calles, a solo dos días de iniciarse el Mundial (cuando cerramos esta edición), en Río de Janeiro las preocupaciones parecen estar aún lejos del ruedo del balón.Los costarricenses y vecinos de Turrialba, María Jiménez y Leonel Cervantes, posaron en la ciudad de Río de Janeiro con un imitador de Diego Armando Maradona. (Foto: Javier Córdoba)
La gente en la calle sabe que el Mundial ya está encima; al tiempo que se alegra, le enoja que tantos millones de dólares se hayan destinado para construir estadios en un país que tiene muchas necesidades en salud, vivienda y educación, con gran cantidad de su población sumida en la pobreza.
“¿Y las ganancias? Esas se las lleva la FIFA”, dice con enojo el taxista Alex Da Silva, a quién en pocos segundos le cambia la cara cuando dice que Brasil va a ser campeón del mundo y que cuando su selección juegue, no va a salir a trabajar.
Río respira calma de momento, la inauguración será a 420 kilómetros de distancia; en São Paulo las protestas han sido más fuertes y hasta el martes 10 se levantó la huelga en el metro, en una ciudad conocida ya por sus kilométricas presas.
Rosa Ferreira, una brasileña a la que interrumpimos en sus compras del día, recuerda que Río no es ajena a las protestas y la Copa del Mundo se ha convertido en el escenario perfecto para hacer demandas al Gobierno.
“Aquí, los policías son los que se han ido a paro para pedir mejores salarios, por lo que la seguridad se ha visto reforzada por agentes militares, pero no hay protestas violentas”, asegura con alivio.
MUNDIAL DE LOS DE AFUERA
El corazón futbolero de Brasil está en su mítico estadio Maracaná. Es ahí, y no en otra parte, donde se puede encontrar algún ambiente de Mundial con los turistas de diversos países, que llegan a conocer el escenario que albergará la final.
Los colombianos con sus griterías, los argentinos con sus cantos, italianos, croatas, estadounidenses y algún japonés con cara de extravío intentan darle calor a una ciudad que ha sido refrescada por la lluvia desde hace un par de días.
Roswell González es ecuatoriano. En silencio y con sonrisa tímida está frente a la estatua que conmemora a los brasileños campeones del mundo en 1958 y 1962, mientras un grupo de colombianos se roba las miradas y se saca fotografías con todo el que se aproxime.
“Yo vengo desde Australia a cumplir el sueño de ver a Ecuador en un Mundial. No creo que nos vaya muy bien, ni que pasemos a segunda ronda, pero estoy feliz de estar aquí”, dice.
Los colombianos paran un momento su bullicio para conversar con UNIVERSIDAD. Juan, Víctor Manuel y Juan Sebastián confían en que su equipo pueda superar la ausencia de Radamel Falcao y llegar a segunda ronda. Sin embargo, dicen que Brasil será campeón.
Dentro de este crisol de lenguas, camisetas y banderas, también se encontraba una pareja costarricense posando junto a un imitador de Diego Maradona. Leonel Cervantes y María Jiménez dejaron Turrialba para venir a Brasil y ver los partidos de la Selección.
Costa Rica debuta el sábado 14 ante la selección de Uruguay en la ciudad de Fortaleza, el 20 jugará ante Italia en Recife y cerrará la primera fase ante Inglaterra en Belo Horizonte el día 24, por lo que esta pareja quiso aprovechar estos días previos para conocer Río y el famoso Maracaná.
“Estamos en Copacabana. Vinimos a conocer Río, porque si uno viene a Brasil y no viene Río es como no venir”, dice María.
A toda esta fiesta de los extranjeros en su país, algunos brasileños le sonríen, otros le pasan de largo y algunos saben que es buen momento para sacar algún dinero de cualquier servicio que se pueda brindar a los miles de turistas que rondarán por sus casas durante el siguiente mes.