El 21 de mayo se dio a conocer que Quino, el gran artista gráfico argentino, creador de Mafalda, había sido galardonado con el premio Príncipe de Asturias en Comunicación y Humanidades. El reconocimiento le llega a los 82 años y para cuando cumple 60 de la primera publicación de sus viñetas y su personaje más conocido alcanza medio siglo. La vigencia de su trabajo, que sigue reproduciéndose en todo el mundo al pasar de las décadas, lo señala como un clásico y un referente el mundo del humor gráfico. Aquí revisamos un poco su trayectoria.
Joaquín Salvador Lavado Tejón, nacido un 17 de julio de 1932 en Mendoza, Argentina, proveniente de una familia de inmigrantes andaluces, a sus 82 años se proyecta sobre el mundo subido en un lápiz. Ha saboreado las mieles de la fama con múltiples reconocimientos y reproducciones de sus libros y sus trabajos en idiomas de todo el orbe, de norte a sur y de oriente a occidente.
Su estilo es inconfundible, una marca registrada con su trazo vacilón y su agudo punto de vista.
Quino, como lo llamaron en su familia desde muy pequeño para diferenciarlo de su tío materno que también se llamaba Joaquín, recibió de este el interés por el dibujo y la pintura.
Pero recibió del resto de su familia su visión crítica de la realidad y su mentalidad inquieta.
Creció, según lo ha contado en varias entrevistas, en un ambiente familiar politizado. A sus 4 años, la Guerra Civil era el tema central en la mesa de una familia de republicanos y comunistas.
Aunque él era más bien tímido, prestaba atención a todo cuanto se decía y discutía y particularmente la fácil gesticulación de sus mayores, que luego adoptaría como un rasgo infaltable en su trabajo.
Al terminar la secundaria entró a la Escuela de Bellas Artes, pero pronto definió que su verdadera vocación y voluntad era el dibujo y la caricatura, así que abandonó sus estudios convencido de que sería un artista gráfico.
Pero la vida se pone difícil, especialmente en aquellos años de 1950 en Argentina, para quien quiere vivir de su pluma y su ingenio. Dejó su ciudad natal y viajó a Buenos Aires en busca de mejores posibilidades para colocar sus trabajos. Fueron años duros, de mantener el ánimo y el humor a pesar de condiciones socioeconómicas muy precarias.
Algunos trabajos ocasionales le ayudaban a “gambetear la pobreza”, hasta que en 1954 publicó su primera viñeta en el semanario +Esto es. “Pasé el momento más feliz de mi vida”, diría hace poco en una entrevista al recordar cómo esa fue la ocasión que tanto había deseado después de años de anonimato.
De alguna manera, Quino sabía el valor de su trabajo, pero necesitaba ser descubierto.
Desde esa primera publicación siguió colaborando en diversas revistas y periódicos, estableció su modo de ganarse la vida como dibujante. Pero además el mundo había conocido a un artista cuya forma de expresarse era particular, con una ironía suave, aunque a veces muy aguda y profunda, una mezcla de pesimismo y simple alegría y una forma de mirar el mundo crítica y reveladora al mismo tiempo.
Para 1963 ya pudo publicar su primer libro +Mundo Quino donde se consagraba su estilo.
CUANDO LLEGÓ MAFALDA
El editor de ese primer libro, Miguel Brascó, le consigue un trabajo para una campaña de publicidad que una empresa de electrodomésticos marca Mansfield iba a lanzar. El interés era que fuera un tira cómica sobre una familia pero desde el punto de vista de los niños.
El referente era la muy exitosa tira estadounidense +Peanuts o Charlie Brown, creada por Charles Schulz.
Por tratarse de un producto comercial, Quino tomó como referencia a dibujos muy conocidos y exitosos, como los de Shultz, además de +Blondie o Lorenzo y Pepita, para hacer a los padres y la niña protagonista basada en +Nancy Ritz o Periquita.
De ahí básicamente surge la tira cómica que bautizó como Mafalda, el nombre de la niña protagonista. Pero la campaña nunca se lanzó y la tira quedó guardada en el archivo de Quino.
El 29 de setiembre de 1964, publica por primera vez a este personaje en el semanario +Primera Plana. Solo que ya sin depender del propósito publicitario transmite en ella su humor extraordinario y su particular modo de ver el mundo, que ya estaban en sus trabajos anteriores, predominantemente viñetas, muchas de ellas sin palabras.
En esa tira cómica se plasma una familia bonaerense de los años de 1960, pero tratándose de una época convulsa que marcó cambios importantes en la sociedad occidental, adquirió un carácter universal que aún hoy cautiva. Mafalda no puede leerse sino con nostalgia pues corresponde a una época cumbre de la juventud del siglo XX, los 60 e inicio de los 70.
Los personajes infantiles muy bien perfilados a partir de rasgos psicológicos muy definidos, identifican a toda una generación, sus aspiraciones, inquietudes, voluntades y afectos.
A veces con un gran sarcasmo, perdonado por provenir de la boca de los niños, como cuando Mafalda le muestra a Miguelito el auto Citroen que piensa comprar su papá y este le pregunta ¿Para jactarse de qué?
Así, esta tira cómica a lo largo de 10 años se entroniza y alcanza aceptación mundial. Pero en 1973, esa gran fábula alcanza su fin, al agotar a su creador y enfrentar una realidad que ha cambiado rotundamente. Tiempos muy oscuros acechan Latinoamérica. Aquella expresión de Mafalda de “El palito de abollar ideologías” pronto sería una terrible profecía cumplida.
Mientras Quino se exilió en España y luego se fue a vivir a Italia, aunque continuó publicando sus viñetas y sus libros en Argentina, Mafalda siguió reproduciéndose y captando lectores y nuevas generaciones en todo el mundo. A los largo de 50 años, los personajes de esa tira cómica sin igual vuelven a generar sonrisas e inquietudes en nuevos y viejos lectores.
Ya cansado y un poco enfermo, Quino dejó de dibujar hace algunos años. Los múltiples premios y reconocimientos internacionales consagran su genio.
Con Lisa Simpson parece que Quino les devuelve el favor a las tiras estadunidenses de donde surgió inicialmente Mafalda.
